El autor considera que si se desea resolver el problema cambiario e inflacionario en el país, el primer paso debe ser otorgar auténtica autonomía al Banco Central de Venezuela.
Por Julio Castellanos
No es necesario ser médico para saber que una dieta balanceada y el ejercicio físico regular contribuyen a la buena salud y al bienestar emocional, ese es un saber casi intuitivo que se obtiene por la interacción con múltiples fuentes de información: la familia, la escuela, el trabajo, la TV, las redes sociales y, por supuesto, los profesionales de la medicina. El creer que la dieta balanceada y el ejercicio físico son buenos es, más que una opinión, un criterio informado, es decir, tiene soporte en los hechos. Guardando las distancias, tampoco deberíamos ser economistas para saber la naturaleza de la inflación, pero no, en este caso, al menos quienes gobiernan Venezuela, siguen creyendo que el bodeguero, el comerciante, es una persona malévola que desea matar de hambre a los ciudadanos.
Las empresas, grandes y pequeñas, que son quienes generan empleo y pagan impuestos, están observando con horror que las autoridades se aprestan a volver a los controles primitivos, a comenzar a hablar de “dólar criminal”, quizá también de acaparamiento y bachaqueros, todo eso que nos condujo en 2016 a comer solo yuca y lentejas. En el alto gobierno creen que la gente está usando el dólar por moda y no porque el bolívar dejó de ser una moneda confiable y perdió su función de ser reserva de valor. Hoy en día, quien recibe bolívares sabe que debe gastarlos de inmediato, sea comprando bienes o comprando dólares porque el dólar americano es una moneda dura, que puede ser usada dentro y fuera del país, que permite ahorrar y es transable por cualquier bien o servicio. Si alguien vende una casa, un carro o una moto no se le ocurre ni de chiste recibir bolívares, incluso si es miembro directivo del PSUV.
El presupuesto nacional y el presupuesto de los estados y municipios, esos que casi nadie conoce, ni siquiera diputados y concejales, ya perdieron el 40% de su valor y ni siquiera ha comenzado el 2023. Pero ya veremos a algunos alcaldes oficialistas, tratando de ganar indulgencias con el sufrimiento ajeno, sancionando a comerciantes porque el discurso gubernamental criminaliza la lógica económica. La opinión pública debe ser orientada a tener un mejor criterio informado, no podemos seguir cometiendo el error de aplaudir a un guardia o un fiscal por sancionar a un comerciante que vende en dólares la mercancía que compra en dólares, si lo volvemos a hacer, volverán las colas, la escasez, el cierre de empresas y, lógicamente, una menor captación de impuestos.
Si se desea resolver el problema cambiario e inflacionario en el país, el primer paso debe ser otorgar auténtica autonomía al Banco Central de Venezuela, eso solo es creíble si existe a su vez un parlamento y una Presidencia de la Republica electos en comicios libres y justos. Esto no debe interpretarse como una politización de un asunto económico, es que existe una imposibilidad practica manifiesta: Maduro llegó a decir en una entrevista hace algún tiempo que daba “gracias a dios por la dolarización” y hace unos días habló de “dólar criminal”, el hablar para atrás y para adelante no contribuye a la confianza de los actores económicos. Si hay un cambio político, mejor si es fruto de un acuerdo negociado con garantes internacionales como el que se está trabajando en México, el mercado y los actores económicos podrían apreciarlo como un indicio confiable de una mejor gestión económica. De otra manera, el dólar seguirá batiendo records.
Las opiniones publicadas en Zeta son responsabilidad absoluta de su autor.