Julio Castellanos: La protesta laboral y los DDHH

La protesta laboral y los DDHH

Según el autor, es muy difícil que un docente o un enfermero pueda efectuar adecuadamente su labor con hambre.

Por Julio Castellanos

En medio de las recientes movilizaciones de los trabajadores que exigen un salario digno, conforme a la letra de la Constitución, han surgido voces y declaraciones, tanto de altos funcionarios del gobierno de facto como de ciertas personalidades mediáticas, que llaman a “no violar el derecho a la educación de los estudiantes”, en el caso de las protestas de los docentes, “a no violar el derecho a la salud”, en el caso de las protestas de enfermeros y médicos, “a no violar la recuperación económica (¿?)”, en el caso de las protestas de los trabajadores de las industrias básicas. Simulan preocuparse por quienes pueden resultar afectados por las protestas laborales, pero en realidad, la dura realidad, es que esos voceros u opinadores se encuentran, a sabiendas o no, justificando la represión contra los manifestantes y, a la vez, desconociendo principios elementales de los derechos humanos tales como su interdependencia y su indivisibilidad.

La Constitución nacional no puede respetarse por pedacitos, esta parte sí y aquella no, ciertamente es un derecho humano la educación, la salud y el libre tránsito, pero también la Constitución reconoce el derecho a huelga en su artículo 97. Por otra parte, es muy difícil que un docente o un enfermero pueda efectuar adecuadamente su labor con hambre, porque eso es lo que sienten. Sus salarios son una invitación a morir de inanición. En ese sentido es el patrón el que ha puesto en peligro la prestación de los servicios educativo y sanitarios, no los trabajadores.

Como hemos indicado, los derechos humanos son indivisibles e interdependientes, eso significa que no existen unos derechos más importantes que otros, todos deben ser respetados porque el desconocimiento de alguno implica el no goce de otro. Si como sociedad ignoramos las demandas de los trabajadores, de los docentes y el personal de salud, si el gobierno de facto reprime la protesta, estaremos en presencia de la imposición de la esclavitud. Una esclavitud moderna, un trabajo carente de todo derecho sindical, contractual, prestacional o alimentario.

La situación económica es claramente compleja, pero no es responsabilidad de los trabajadores. No son los trabajadores los que suspendieron el diálogo tripartito, no son los trabajadores los que emiten dinero inorgánico, ni tampoco son quienes han provocado el aislamiento internacional, fue el gobierno de facto. Es injusto pedirle a los docentes que financien con su sudor y su hambre la educación pública, es injusto pedirle a los enfermeros y médicos que financien de su bolsillo hasta los guantes y tapabocas que el Estado es incapaz de proporcionar.

Corresponde a la dirigencia sindical y a la masa trabajadora tomar las decisiones que correspondan a la orientación de su legitima lucha por un salario decente, sin embargo, desde este espacio, sirvan estas reflexiones para combatir el relato patronal y antiderechos que se emite desde los comandos de propaganda del régimen. Los trabajadores merecen la total solidaridad de la opinión pública, nuestra comprensión y respeto, su lucha es también nuestra porque la exigibilidad de los derechos humanos es consustancial con la vigencia de los valores democráticos previstos en nuestra Constitución.

Las opiniones publicadas en Zeta son responsabilidad absoluta de su autor.

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