Versión de la joven presuntamente violada por Dani

La víctima de Davi Alves echó el cuento de cómo sucedió la presunta violación

La víctima contó la manera que acabó en el reservado de una discoteca junto a Alves y un amigo mexicano.

Por José Piñeiro

No hay ni una sola palabra de más en la declaración que la joven de 23 años presuntamente violada por el jugador de fútbol Dani Alves formalizó el pasado 2 de enero, a las siete menos cuarto de la tarde, en las dependencias que la Unidad Central de Agresiones Sexuales (UCAS) de la policía de Cataluña tiene en la comisaría de Les Corts de Barcelona.

Más de hora y media de declaración en la que la víctima contó a los investigadores de la manera que acabó en el reservado de la discoteca de la calle Tusset junto a Alves y un amigo mexicano, por qué y cómo accedió a ese baño escenario de la presunta agresión y cómo actuó el personal de seguridad y los responsables de la sala que no dudaron ni un segundo en activar el protocolo contra agresiones machistas y alertaron a los funcionarios policiales.

No era la primera vez que la joven acudía de noche al Sutton. Ese 30 de diciembre lo hizo en compañía de una amiga y un familiar. Las tres accedieron con una pulsera de entrada gratuita que consiguieron en un bar cercano en el que estuvieron antes. Ya en la puerta de la sala, la joven asegura que bromeó con un portero que horas después se convirtió en un elemento esencial en el trato que recibió la víctima tras sufrir la presunta agresión. Las jóvenes fueron invitadas a acceder al reservado por un grupo de mexicanos, que precisamente revelaron la identidad del brasileño que las invitó a tomar una copa de cava su mesa. Alves coqueteó con las tres jóvenes y se colocó tras la denunciante para susurrarle al oído cosas que ella no entendió porque «las debió decir en portugués», explicó después ante los policías.

En ese instante, el futbolista condujo con violencia hasta en dos ocasiones la mano de la joven hasta su entrepierna. Y en las dos ocasiones la víctima reaccionó con fuerza retirando la mano. El hombre se colocó junto a una puerta e hizo gestos a la joven para que se acercara. «Yo no sabía qué había detrás de esa puerta, pensé que habría otra zona VIP», declaró después la joven.

Tras la puerta había en realidad una especie de baño minúsculo con un lavamanos. La víctima dijo que Alves la introdujo en el interior, cerró la puerta y la joven asegura que le dijo inmediatamente que quería salir. El jugador le dijo que no podía irse, y que le tenía que decir que era su putita. Seguidamente, asegura la víctima, el hombre se sentó y tiró de la joven hasta derribarla en el suelo. Varias veces la joven pidió al hombre que parara y que la dejara marchar. Alves la agarró de la cabeza acercándola con fuerza con la intención de que le practicara sexo oral, narró la joven, pero opuso resistencia y logró evitarlo. La reacción del que fuera jugador del Barcelona hasta el pasado junio fue abofetearla reiteradamente y con violencia, provocarle unos rasguños en la rodilla, y finalmente violarla. «Me resistí pero él era mucho más fuerte que yo», recoge la declaración.

La víctima detalló a los policías y ratificó un mes después, el viernes pasado, ante la jueza Anna Marín cómo sintió que en ese momento se ahogaba por la angustía que estaba sufriendo. Cuando el jugador terminó, ella quiso abrir la puerta del baño y salir corriendo pero Alves le gritó que no debía moverse hasta que él no abandonara el lugar primero. La joven relató que se puso tan nerviosa que durante unos minutos no atinó a abrir la puerta, hasta que logró salir y juntarse con sus amigas antes las que se rompió emocionalmente al contarle lo que había pasado.

Las tres jóvenes decidieron irse de la discoteca. Alves de hecho ya lo había hecho con su amigo, un chef mejicano radicado en Barcelona con el que tiene una gran amistad. Fue ya prácticamente en la puerta del Sutton cuando el mismo portero con el que la víctima había bromeado horas antes quien le preguntó qué le pasaba, al verla que había llorado. La joven se volvió a romper y el vigilante de seguridad la sacó de la entrada, la acompañó a una oficina y alertó al jefe de sala que tras escuchar a la víctima no dudó un segundo en avisar a la policía.

A los responsables del Sutton no les importó que fuera Dani Alves el acusado. Una figura con renombre que no era la primera vez que acudía a aquel reservado. El protocolo contra las agresiones sexuales y machistas funcionó y la víctima se sintió en esos primeros instantes arropada y no cuestionada, y no se produjo ese bloqueo que silencia a las víctimas ante el temor de no ser creídas.

El viernes pasado en los juzgados, la víctima volvió a contar el mismo relato de los hechos con la misma solidez del primer día. La joven sigue sintiendo el mismo «asco» que aquella noche y vergüenza, pero demostró una gran determinación para llegar hasta el final de la mano de una de las abogadas de Barcelona con más experiencias en temas contra las violencias sexuales. De hecho, y tal como adelantó este domingo El País, la víctima renunció a la indemnización que pudiera derivarse en el proceso asegurando que lo único que le interesa es que se haga justicia.

La exmujer y actual representante del futbolista viajó el sábado por la noche hasta Barcelona para empezar a buscar un nuevo despacho de abogados que se haga cargo de su estrategia de defensa y empiece a preparar el recurso solicitando su libertad.