El dinero o, mejor dicho, su mal uso: eso es lo que aleja a los seres humanos de Dios y les lleva, entre otras cosas, a hacer la guerra, asegura el Papa Francisco en una larga entrevista concedida a la radiotelevisión pública suiza (RSI).
Por Paolo Rodari – Publicado en swissinfo.ch
De la guerra en Ucrania y las guerras en general a la homosexualidad, pasando por el clima y los abusos sexuales: es una amplia entrevista que el Papa Francisco concedió a la radiotelevisión pública suiza RSI con motivo del décimo aniversario de su ascenso al trono pontificio.
Una entrevista en la que no faltan referencias a Suiza -un país «con personalidad propia» pero al mismo tiempo «universal»- y de la que ofrecemos algunos extractos.
En varias ocasiones ha hecho llamamientos a favor de la paz en el mundo. Hay tantas guerras. Pero ¿por qué es tan difícil comprender el drama de la guerra? De lo contrario, se acabaría, ¿no?
Papa Francisco: Para mí la guerra es un crimen, es algo que está mal. En poco más de cien años ha habido tres guerras mundiales: ’14-’19, ’39-’45, y ésta que es una guerra mundial. Empezó por partes y ahora nadie puede decir que no es mundial. Porque todas las grandes potencias están atrapadas en ella. Y el campo de batalla es Ucrania. Todo el mundo está luchando allí.
Eso también me hace recordar la industria armamentística, ¿no? La gran industria. Un técnico me dijo una vez: si no se produjeran armas durante un año se solucionaría el problema del hambre en el mundo. Es un mercado. Se hacen guerras, se venden armas viejas, se prueban nuevas… Hace dos meses se hablaba de un extraño dron, estaban probando nuevas armas. Están probando. Para eso son las guerras, para probar armamento. Si probaran otras cosas para el avance humano, pienso en educación, alimentos y medicinas, estaría bien.
Hablando de la guerra, recientemente en Sanremo, Roberto Benigni citó un artículo de la Constitución italiana que afirma que Italia repudia la guerra. Y dijo que si todo el mundo tuviera ese artículo en su Constitución no habría más guerras. Pero es difícil…
Es difícil, hay intereses. El peor enemigo del ser humano son sus bolsillos. El diablo entra por los bolsillos. Siempre me llamó la atención las palabras de Jesús que dice que no se puede servir a dos señores. «O sirves a Dios…». Yo esperaba que dijera ‘o sirves al diablo’, pero no dice al diablo. Dice ‘o sirves a Dios o sirves al dinero’. Es curioso. Jesús demoniza el mal uso del dinero. Cuando una persona no sabe utilizar bien el dinero para la educación, para la familia, para ayudar a los demás, y lo utiliza de forma egoísta, acaba mal, acaba sin Dios, lejos de Dios, con un Dios de bolsillo.
En su opinión, ¿el actual conflicto mundial también viene de ahí?
Sí, siempre hay algo que meterse [en el bolsillo].
Antes del conflicto se reunió varias veces con Vladimir Putin. Si se reuniera con él hoy, ¿qué le diría?
Le hablaría con la misma claridad con la que hablo en público. Es un hombre educado. Me ofrecí a ir a verle. El segundo día de la guerra fui a la embajada rusa en la Santa Sede para decir que estaba dispuesto a ir a Moscú si Putin me daba una ventana para negociar. Serghei Lavrov [el ministro de Asuntos Exteriores] me escribió diciendo ‘bueno, muchas gracias, pero ahora no es el momento’.
Sé que a Putin le ha llegado, sabe que estoy disponible, pero ahí hay intereses imperiales, no sólo del imperio ruso, que ha sido imperial desde la época de Pedro II, Catalina II, sino de imperios de otros lugares. Hay imperios. Y lo propio del imperio es poner a las naciones en segundo lugar.
¿Y cuál es su relación con el patriarca Kirill?
Hablé con él por teléfono… Había planeado hace un año un segundo encuentro con Kirill. Pero con la guerra suspendimos la cita y la aplazamos hasta después de la guerra. El otro día vino el metropolita Antonij, es el segundo de Kirill, un buen tipo, era párroco en Roma, vino con una carta de Kirill. Siempre estamos en contacto con ellos, con los patriarcas ortodoxos. Con Bartolomé somos como hermanos. Uno bueno es el copto Teodoro II, un hombre de Dios. No obstante, tengo buen contacto con todos.
¿Qué otras guerras siente usted más cercanas?
El conflicto de Yemen, que dura ya más de diez años. Siria, también desde hace más de diez años. Los pobres rohingya de Myanmar, que están sufriendo. ¿Por qué estos sufrimientos, cuando la paz es tan bonita y te mantiene bien? Las guerras hacen daño. No es el espíritu de Dios el que impulsa una guerra. No creo en las guerras santas.
Aunque en el pasado había quienes creían en ellas.
Sí, pero esa es una época diferente en la historia.
Benedicto comenzó y usted ha continuado en este camino con respecto al abuso sexual de menores por parte de sacerdotes. Tantos pasos adelante, pero ¿por qué sigue existiendo el problema?
Somos humanos. ¿Conoce las estadísticas? Son terribles. El 40% de los abusos se producen en la familia y en los barrios. Y sigue siendo así hoy en día. Luego el mundo del deporte, luego las escuelas… El 3% lo cometen sacerdotes católicos. ¿Es poco? No, ¡es demasiado! Aunque fuera sólo uno sería una brutalidad porque el sacerdote está para hacer crecer a las personas, para santificar y no para arruinar una vida con abusos. Y por eso Benedicto tuvo el valor de decir: No, avancemos.
No es fácil. A veces hacen acusaciones falsas y tienes que discernir. A veces son ciertas y hay que seguir adelante. También hemos tomado decisiones con algunos obispos. Cuando se produce un abuso, hay que investigar. Desde el escándalo de Boston, donde empezó todo, hasta hoy, la Iglesia ha seguido adelante. Hace tres meses tuve una reunión con gente de un grupo que trabaja en Brasil. Dijeron: en el mundo familiar es el 46%. Se tapa. Hoy en el mundo familiar o en los barrios sucede lo mismo que sucedía antes. Ahora, en cambio no se tapa, pero hay acusaciones y miserias humanas, tantas, de los pecados de sacerdotes y obispos, pero hay que seguir, Dios es más grande que eso. Dios no nos perdonará si no seguimos adelante.
Usted también ha recibido varias veces a víctimas. ¿Qué les dice?
Las escucho. Fue bonito una vez, en Irlanda. Había seis o siete adultos, cada uno con su historia. Habían sufrido abusos de niños. Tuve que pedir perdón en la homilía del día siguiente. Y dije: ¿por qué no hacemos la homilía juntos al día siguiente? Aquel encuentro fue hermoso porque me ayudaron a comprender el misterio de esto. Son buenos a pesar del sufrimiento que traen.
En otra ocasión vino un grupo de ingleses que habían sufrido abusos en un internado. Ahora son mayores, pero abusaron de ellos cuando eran niños. En aquella época todo se tapaba. Es la miseria humana. Una de las cosas que no puedo entender es la pornografía infantil virtual. Se graban en directo. ¿Sabes en qué país se hace, en qué ciudad? Nadie lo sabe. Los servicios secretos no llegan a identificar dónde ocurre. Puedes verlo desde tu móvil y sólo sembrará el mal dentro de ti. Ves cómo se abusa de un niño, es de las cosas más sucias. Esto es un llamamiento a todo el mundo: cuando sepáis que esto está ocurriendo, denunciadlo. Es importante.
¿Cuál es su idea de Suiza?
Suiza tiene su propia personalidad, pero es universal. Cuando Suiza permanece neutral en las guerras no es agua destilada, no es lavarse las manos, es una vocación de equilibrio, de unidad. Me encantan los suizos. Es curioso: cada provincia tiene su propia personalidad. Lo veo aquí entre los guardias. Los del Tesino son más cercanos a nosotros, los de Ginebra son más franceses, y los de la parte alemana tienen otra personalidad, pero son buenos. Los suizos tienen una buena humanidad.
Suiza también fue terreno fértil para la Reforma. Lutero, Calvino, al principio querían reformar la Iglesia, purificarla. Incluso hoy, el protestantismo lleva esa vocación en su ADN. ¿Qué piensa usted al respecto?
Creo que la Iglesia siempre debe reformarse. Ese dicho, Ecclesia sempre reformanda est… Los santos deseaban lo mismo. Lutero y Calvino eran hombres de buena voluntad. Pero eran malos tiempos cuando se produjo esa separación de las Iglesias. Ahora con el diálogo ecuménico nos estamos remendando, como hermanos. Gracias a Dios podemos rezar juntos, podemos hacer caridad juntos, podemos viajar juntos y hacerlo con calma…
Y luego los teólogos estudian para lograr la unidad. Hay un gran teólogo ortodoxo que murió hace unos días, Ioannis Zizioulas, que presentó aquí ‘Laudato si’. Este gran teólogo especializado en escatología decía «hacemos el bien, rezamos y vamos juntos, pero que estudien los teólogos». Ante la pregunta: ¿cuándo llegará el momento en que se reúnan? respondió: «Quizá en escatología». Tenía sentido del humor. Pero lo importante es caminar juntos, como hermanos. No nos peleemos, pero hagamos juntos el bien y recemos juntos.