JULIO CASTELLANOS: Los Derechos Humanos en Carabobo

El autor llama a todos los actores políticos y ciudadanos a trabajar juntos para restaurar las instituciones democráticas, el estado de derecho y los derechos humanos en Venezuela.

Por Julio Castellanos

El contexto político actual, en el cual nos atenaza tanto la crisis humanitaria compleja como la crónica corrupción en todos los ámbitos de la vida, nos exige a todos los actores políticos encaminar nuestra labor hacia la restitución de las instituciones democráticas, el estado de derecho y la plena vigencia de los derechos humanos. Lógicamente, ese camino no solo debe ser transitado por la dirigencia política en Caracas, al contrario, es una agenda que nos debe convocar a todos los ciudadanos y en todos los espacios de nuestra cotidianidad incluyendo nuestro estado Carabobo y nuestro respectivo municipio.

El primer paso es reconocer nuestra realidad autocrática y sus perturbadoras consecuencias sociales y económicas. Tenemos presos y exiliados políticos, tenemos partidos políticos judicializados, nuestro país ha sido sancionado internacionalmente por estar incurso en graves violaciones a los derechos humanos que incluyen persecución, asesinato, torturas y tratos crueles y degradantes ampliamente documentados por la Misión de Determinación de Hechos de la ONU, los salarios son tan bajos que amenazan a muchos de inanición, los servicios educativos y sanitarios fueron desmantelados, la brecha entre la opulencia y la miseria se hace más ancha y nos convierte en una sociedad profundamente desigual y polarizada. 

Trazar una ruta para salir desde esta realidad hacia la normalidad institucional requiere el concurso de todos, ciertamente del liderazgo de la Plataforma Unitaria pero también, imprescindiblemente, de los independientes, del chavismo, de los empresarios y trabajadores, de los académicos y los estudiantes, de los gremios profesionales y desde el activismo comunitario. Compartir los mismos puntos de vista es imposible, pero también es imposible vivir permanentemente recordando los odios heredados, los conflictos históricos y constantemente echando sal y limón a las heridas abiertas en vez de curarlas y cerrarlas.

Pensemos, hay algunas organizaciones civiles, entre ellas PROVEA, que han insistido en detectar con estudios estadísticos y testimonios confiables, que la acción policial en Carabobo es de las más letales del país superando el promedio nacional de ejecuciones extrajudiciales. Todos podemos ser víctimas de cuerpos represivos que institucionalizan la inobservancia de los derechos humanos, no solo los opositores, todos, incluyendo a dirigentes del oficialismo que de un momento a otro, sin aviso, pueden lucir una braga naranja y presentados en VTV con o sin motivos. Muy probablemente nunca seremos todos liberales, o todos comunistas, o todos socialdemócratas, pero todos si podemos defender juntos la vigencia de los derechos humanos porque en ello defendemos, simultáneamente, tanto al prójimo como a nosotros mismos.

Debemos reconstruir canales de comunicación entre los distintos actores que posibiliten enriquecer el debate público e incidir en la toma de decisiones. Los partidos políticos, los gremios, los sindicatos, las organizaciones no gubernamentales debemos interactuar desechando las aprehensiones y los prejuicios que pudieron existir en el pasado, debemos establecer nuestra interacción en el campo común de la vigencia de los derechos humanos y su exigibilidad, debemos comprometernos colectivamente con las víctimas diferenciadas de la crisis humanitaria compleja y compartir reflexiones y vocerías dirigidas a apuntar hacia las reformas que hagan compatible la conducta de nuestras instituciones con los estándares globales reflejados en los tratados internacionales suscritos por la república. 

Para esto debemos establecer, cómo norma de conducta propia, que el debate público debe ser suave con las personas pero duro con las ideas. Por ejemplo, en mi caso, tengo un profundo desprecio por la militarización de nuestras instituciones públicas, pero en ningún modo guardo rencor a la persona del ministro de la defensa, con quién creo pertinente hablar y negociar el tranquilo regreso de los efectivos de las fuerzas armadas a los cuarteles y a las labores propias de la defensa del territorio nacional. Lo propio creo con los alcaldes y el gobernador de Carabobo, creo que el financiamiento de actividades festivas en desmedro de la inversión en la salud pública es contrario la los Objetivos del Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, pero podría perfectamente reunirme con el gobernador y, con cortesia, recordarle que se pueden violar derechos tanto por acción como por omisión y la salud es un derecho humano reconocido internacionalmente y cuya inobservancia puede implicar responsabilidades civiles, administrativas y penales tanto en la jurisdicción nacional como internacional.

Es momento de abandonar la actitud de espectador que se ha adueñado de buena parte de la gente que se autodenomina independiente. Si se es independiente en un país autocrático y dictatorial, solo cambiamos de camarote en el Titanic. Se aproximan las elecciones primarias de la Plataforma Unitaria, los independientes pueden ser determinantes si asumen que son electores y pueden respaldar a aquel candidato comprometido con una agenda de reconciliación nacional, reconstrucción institucional y la vigencia de los derechos humanos. Es más, ya a esta fecha, deberían estar creandose voluntariados y comités de independientes para participar en las primarias canalizando apoyos al candidato de su preferencia, sumergirse en WhatsApp, en Tik Tok o en Instagram sería una evasión costosa nacional y personalmente.

Las opiniones publicadas en El Nuevo País son responsabilidad absoluta de su autor.

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