Venecia

Venecia le pone precio al paraíso: 5 euros para domar las hordas turísticas

En una jugada audaz y controvertida, Venecia está a punto de embarcarse en un experimento sin precedentes: cobrar un «peaje turístico» a los visitantes diurnos.

Si alguna vez existió una ciudad que encapsulase el romance, la historia y el encanto arquitectónico, esa es sin duda Venecia. Pero el encanto de la ciudad de los canales se encuentra en una encrucijada, amenazada por la avalancha constante de turistas que fluyen a través de sus históricas calles cada año. Ante este panorama, el Ayuntamiento ha decidido tomar medidas drásticas: imponer un peaje turístico a partir de la primavera de 2024, convirtiéndose así en pionera en el mundo en este tipo de iniciativas.

En medio de un ambiente de tensión palpable y protestas en el emblemático edificio del Ca’ Farsetti, hogar del Ayuntamiento de Venecia, se aprobó la controvertida «contribución de acceso». Esta tarifa de 5 euros tiene el propósito de frenar el turismo de masas que consume diariamente la ciudad, un fenómeno que ha ido en aumento y que amenaza con desgastar el riquísimo patrimonio histórico y cultural veneciano.

En palabras del alcalde Luigi Brugnaro, estamos presenciando el inicio de una «experimentación, pionera en el mundo», un paso necesario tras «años de inmovilismo». Brugnaro busca equilibrar la apertura de la ciudad con la necesidad urgente de preservación, enfrentando críticas y controversias para proteger el futuro de Venecia.

La ejecución de esta tarifa, sin embargo, no es universal. Están exentos una larga lista de individuos, incluidos los residentes, estudiantes, y trabajadores, además de aquellos que pernoctan en la ciudad, demostrando una conciencia clara de la intrincada relación entre Venecia y sus habitantes.

Más allá del fervor de los argumentos políticos, lo que está claro es que Venecia está en un punto crítico. Con una Unesco que amenaza con marcar el patrimonio único de la ciudad como «en peligro» y las crecientes preocupaciones sobre cómo el turismo masivo está desgastando su infraestructura y diluyendo su identidad, el peaje puede ser visto como un grito de desesperación, una medida drástica para tiempos drásticos.

La tarifa, que se probará durante los 30 días más concurridos del año, abre un nuevo capítulo en la continua búsqueda de equilibrio entre la preservación y la accesibilidad. Aunque está rodeada de polémica, hay quienes ven en este peaje una oportunidad: una forma de garantizar que Venecia no se convierta solo en un museo para los turistas, sino que retenga su vitalidad y carácter único para las futuras generaciones.

La iniciativa es audaz, tal vez hasta visionaria. Solo el tiempo dirá si esta medida será la salvación de Venecia, permitiéndola resistir y preservar su riqueza cultural y histórica, o si será el preludio de una era de acceso limitado a uno de los destinos más preciados del mundo. Una cosa es segura: los ojos del mundo estarán puestos en la Serenísima mientras emprende este camino inexplorado.