ALEX SAAB

Funcionarios de la ONU piden la liberación de Álex Saab, pero ¿a qué costo?

Relatores de la organización global cuestionan la detención del empresario, pero sus motivos y métodos invitan a una mirada más crítica.

En un giro que desafía tanto la lógica como la legalidad, expertos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) han expresado su preocupación por la detención del empresario colombiano Álex Saab, identificado por el gobierno de Nicolás Maduro como un enviado especial de Venezuela. Sin embargo, uno no puede evitar cuestionar las motivaciones subyacentes y la objetividad de tales reclamaciones.

“Observamos con preocupación las irregularidades reportadas en el arresto y detención en Cabo Verde del señor Saab, antes de su extradición a Estados Unidos”, se apresuraron a afirmar expertos, entre ellos Alena Douhan y Livingstone Sewanyana. Sin embargo, a la luz de la naturaleza delicada y las implicaciones geopolíticas del caso, uno podría preguntarse si esta «preocupación» está fundamentada o es, de hecho, una representación simplista de un asunto profundamente complicado.

La crítica se centra en la ausencia de una notificación Roja de Interpol y una orden de aprehensión en el momento de la detención de Saab. «No existía notificación Roja de Interpol, ni se le presentó orden de aprehensión. En cambio, ambas fueron emitidas ex post facto», sostienen. Sin embargo, se nos pide aceptar esto sin un examen crítico del contexto más amplio en el que se desenvuelve esta saga internacional.

Con Saab retenido y el juicio en el horizonte, los funcionarios de la ONU parecen apresurados en denunciar lo que perciben como transgresiones de los derechos humanos. Pero, ¿es esta la narrativa completa o es una versión convenientemente editada de un drama internacional más complejo?

El gobierno de Estados Unidos ha sido el blanco directo de estos expertos de la ONU, quienes con audacia demandan la liberación inmediata de Saab y la retirada de todos los cargos. «Emplazamos al gobierno de EE. UU. a cumplir con sus obligaciones bajo el derecho internacional», proclaman. Pero uno se ve obligado a preguntarse, ¿es esto una petición genuina de justicia o una capitulación ante las presiones políticas y los intereses velados?

Alena Douhan, en particular, es una figura conocida en los círculos de la ONU. Ha tenido una relación históricamente crítica con las sanciones internacionales, especialmente las impuestas por Estados Unidos. Pero, ¿su historial de oposición a tales medidas contribuye a una evaluación justa y objetiva, o tinta el lente a través del cual ve casos como el de Saab?

En este caótico rompecabezas internacional, las piezas parecen moverse con una urgencia que desafía la introspección crítica. El caso de Álex Saab, al final del día, puede ser menos un testimonio de justicia desmedida y más un espejo que refleja las luchas de poder, las agendas ocultas y las ideologías intransigentes que continúan moldeando nuestro mundo contemporáneo. En esta intrincada danza, la verdad, como siempre, puede ser la primera baja.