El presidente de EEUU eleva la apuesta ante la reciente ola de violencia en Medio Oriente.
Joe Biden ha dejado claro que la impenetrable alianza entre Estados Unidos e Israel es tan sólida como siempre. En un mundo donde las relaciones internacionales se tejen y destejen con la misma velocidad que los posts en redes sociales que las narran, el presidente estadounidense se puso serio, marcando una línea en la arena que no está dispuesto a cruzar.
«Debemos ser absolutamente claros: estamos junto a Israel», afirmó Biden, marcando el tono de una relación bilateral que ha navegado por aguas tumultuosas pero nunca se ha hundido. El líder de la nación más poderosa del mundo no estaba jugando a la diplomacia, estaba afirmando un hecho.
«Nos aseguraremos de que Israel tenga lo que necesita para cuidar a sus ciudadanos y defenderse, para responder a este ataque. No hay justificación para el terrorismo. No hay excusa. Hamás no defiende el derecho del pueblo palestino a la dignidad y la autodeterminación. Su objetivo declarado en relación con el estado de Israel es matar al pueblo judío. Utilizan a civiles palestinos como escudos humanos», dijo Biden en unas declaraciones especialmente duras.
El reciente ataque de Hamás ha desencadenado una violenta escalada en la región, con pérdidas devastadoras en ambos lados. La guerra no es nueva en esta parte del mundo, pero cada ola de violencia es un recordatorio sombrío de una paz que parece siempre elusiva.
“Ahora sabemos que hay ciudadanos estadounidenses entre los secuestrados por Hamás”, reveló Biden, confirmando que la guerra, aunque lejana, tiene un precio personal para las familias estadounidenses.
Estados Unidos ha movilizado sus recursos, enviando municiones y componentes para el sistema de defensa antiaérea Cúpula de Hierro de Israel, mostrando que cuando se trata de defender a sus aliados, Washington no escatima en gastos.
“No nos detendremos ante nada para hacer que estos terroristas paguen un alto precio”, publicó la Embajada de Israel en Francia, subrayando la devastación del ataque de Hamás que se cobró la vida de 40 bebés.
En medio de los escombros y la desesperación, la política internacional se juega en un escenario donde cada movimiento es escrutado. Biden ha marcado su territorio, dejando claro que la alianza entre Estados Unidos e Israel es inquebrantable.
El precio de la guerra es alto, con más de 1.700 personas muertas hasta ahora. Pero en esta danza mortal de poder y política, Biden ha enviado un mensaje claro al mundo: Estados Unidos no se quedará al margen.