En un llamado a la cohesión nacional, el presidente ucraniano pide enfocarse en la defensa del país y evitar divisiones políticas.
El mandatario ucraniano, Volodimir Zelenski, en una intervención que dirige el curso de una nación sumida en el fragor del conflicto, ha puesto sobre la mesa una verdad que resuena más allá de las líneas del frente: ahora no es tiempo para elecciones.
Con la mirada puesta en el horizonte del 31 de marzo, fin de su actual mandato, Zelenski insta a su nación a evadir las trampas del pesimismo y los conflictos internos que solo jugarían a favor de Moscú.
«Todo lo que suponga división política” debe dejarse de lado, declara el presidente, mientras en la retaguardia se alza la voz de su antiguo asesor Oleksí Arestovich, quien, entre críticas y presiones, apuesta por el pulso democrático en los comicios presidenciales.
Zelenski, sin embargo, se mantiene firme en su postura, calificando cualquier iniciativa de debate electoral en estos tiempos turbulentos como un acto de frivolidad e irresponsabilidad.
El eco de las palabras de Zelenski no solo se siente en los pasillos del poder, sino que resuena en las trincheras, donde la seguridad de una jornada electoral se dibuja como un desafío mayúsculo.
Los soldados en el campo de batalla, los refugiados dispersos y los desplazados dentro de sus propias fronteras se convierten en los protagonistas de una democracia que lucha por su derecho a decidir en medio del estruendo de la guerra.
La necesidad de postergar los comicios, una medida que la ley marcial parece justificar, encuentra respaldo en las recientes declaraciones del jefe del Ejército, Valeri Zaluzhni, quien admite errores en la conducción militar y reconoce un frente estancado.
Este es el telón de fondo contra el cual Zelenski pinta su visión de una Ucrania unida, lejos de la dispersión y la incertidumbre que los tiempos de guerra traen consigo. Su llamado es claro: la unidad es el único camino a seguir para que Ucrania pueda, eventualmente, decidir su futuro en paz.