FRIEDMAN: Es hora de un plan de paz de Joe Biden

BIDEN NETA

Revelará lo que realmente defiende cada uno -Israel, Palestina y Estados Unidos- asegura Friedman.

Por Thomas L. Friedman

Durante mis nueve días de reportaje recientemente en Israel y Cisjordania, poco podía imaginar que el momento más revelador llegaría en las últimas horas de mi visita. Mientras hacía las maletas para marcharme el sábado por la noche, el primer ministro Benjamin Netanyahu dio una conferencia de prensa en la que indicó que Israel y Estados Unidos no tienen una visión compartida de cómo Israel debe completar su guerra en la Franja de Gaza o cómo convertir cualquier victoria israelí sobre Hamas en una paz duradera con los palestinos.

Sin esa estrategia compartida, la administración Biden, el pueblo estadounidense y en particular los judíos estadounidenses que apoyan a Israel tendrán que tomar algunas decisiones fatídicas.

Tendremos que convertirnos en cautivos de la estrategia de Netanyahu -que podría hundirnos a todos con él- o articular nuestra propia visión estadounidense de cómo debe terminar la guerra entre Israel y Hamas. Eso requeriría un plan de la administración Biden para crear dos Estados para dos pueblos nativo que viven en las zonas de Gaza, Cisjordania e Israel.

Sí, estoy hablando de un plan de paz en tiempos de guerra que, si Israel estuviera de acuerdo, podría ayudar a darle el tiempo, la legitimidad, los aliados y los recursos que necesita para derrotar a Hamas – sin quedarse atascado gobernando toda Gaza y toda Cisjordania para siempre, sin horizonte político para los palestinos.

Y no se hagan ilusiones, ésta es la única visión que ofrece Netanyahu en estos momentos: Siete millones de judíos tratando de gobernar a 5 millones de palestinos a perpetuidad – y eso es una receta para el desastre para Israel, Estados Unidos, los judíos de todo el mundo y los aliados árabes moderados de Estados Unidos.

El plan del presidente Joe Biden -¿estás sentado?- en realidad podría utilizar como uno de sus puntos de partida la propuesta del presidente Donald Trump de una solución de dos Estados, porque Netanyahu la abrazó calurosamente en 2020, cuando tenía una coalición diferente. (Netanyahu y su embajador en Washington prácticamente escribieron el plan de Trump). Más sobre esto en un segundo.

He aquí por qué estamos en una coyuntura que exige ideas audaces, comenzando el sábado pasado por la noche. Hablando en hebreo en la conferencia de prensa conjunta con el ministro de Defensa Yoav Gallant y el ministro Benny Gantz, Netanyahu rechazó las preocupaciones de Estados Unidos y del mundo por los miles de vidas palestinas que ya se han perdido en la guerra para expulsar a Hamas de Gaza. Y lo que es aún más importante, declaró que los militares israelíes permanecerían en Gaza “el tiempo que sea necesario” para impedir que la Franja de Gaza vuelva a utilizarse para lanzar ataques contra civiles israelíes.

Gaza “será desmilitarizada”, dijo. “No habrá más amenazas desde la Franja de Gaza sobre Israel, y para garantizar que, durante el tiempo que sea necesario, las FDI controlarán la seguridad de Gaza para impedir el terror desde allí”.

Son preocupaciones israelíes legítimas dadas las atrocidades de Hamas, pero Netanyahu también indicó que Israel se opondría al regreso de la Autoridad Palestina -socio de Israel en el proceso de paz de Oslo que gobierna a los palestinos en Cisjordania- a Gaza tras la guerra. La Autoridad, dijo Netanyahu, es “una autoridad civil que educa a sus hijos para que odien a Israel, para que maten a israelíes, para que eliminen al Estado de Israel… una autoridad que paga a las familias de los asesinos en función del número de personas que asesinaron… una autoridad cuyo líder sigue sin condenar la terrible masacre [del 7 de octubre] 30 días después”. Bibi -que nunca reconoce el mérito de la Autoridad Palestina por cómo trabaja cada día con los agentes de seguridad israelíes para reducir la violencia en Cisjordania- no ofreció ninguna sugerencia sobre cómo y de dónde podría surgir una autoridad palestina alternativa, legítima y dispuesta a trabajar con Israel.

Se trataba de un reproche frontal a la postura de la administración Biden articulada por el Secretario de Estado Antony Blinken el miércoles. Como informó The New York Times, Blinken declaró durante una reunión de ministros de Asuntos Exteriores en Tokio que Gaza debería unificarse con Cisjordania bajo la Autoridad Palestina una vez finalizada la guerra. Para conservar a los aliados árabes y occidentales de Estados Unidos, Blinken dijo que ahora mismo -hoy- debemos articular “elementos afirmativos para llegar a una paz sostenida”. Y “estos deben incluir las voces y aspiraciones del pueblo palestino en el centro de la gobernanza post-crisis en Gaza”, dijo. “Debe incluir una gobernanza dirigida por los palestinos y Gaza unificada con Cisjordania bajo la Autoridad Palestina”.

Mi traducción de cuatro palabras de la propuesta de Blinken a Israel: “Ayúdanos a ayudarte”.

Blinken, sin embargo, tampoco ofreció detalles de cómo podría suceder eso. El equipo de Biden tiene que concretarlo.

¿Por qué intenta Netanyahu destruir la Autoridad Palestina como opción de gobierno para una Gaza de posguerra? Porque ya está haciendo campaña para aferrarse al poder después de que termine la guerra entre Israel y Hamas, y sabe que habrá una gran oleada de israelíes que le exigirán que dimita por la forma en que él y sus compinches de extrema derecha distrajeron y dividieron a Israel y a su ejército al perseguir un golpe judicial que, según fuentes de inteligencia israelíes, estaba envalentonando y tentando a enemigos como Hamas y Hezbolá.

La única forma de que Netanyahu se mantenga en el poder es que sus aliados de extrema derecha no le abandonen, en particular el ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, y el ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben-Gvir. Así que para mantener el apoyo de los supremacistas judíos de su Gabinete -algunos de los cuales quieren que Israel levante asentamientos en Gaza lo antes posible- Netanyahu tiene que declarar ahora que los palestinos no tendrán ninguna representación legítima e independiente en Gaza ni en Cisjordania.

Sí, sé que es difícil de creer, pero Netanyahu está haciendo campaña en medio de esta guerra.

Es hora de que Biden cree un momento de la verdad para todos: para Netanyahu, para los palestinos y sus partidarios, para Israel y sus partidarios y para Aipac, el lobby judío. Biden tiene que dejar claro que Estados Unidos no va a ser el idiota útil de Netanyahu. Vamos a establecer los principios de un plan de paz justo para la mañana después de esta guerra, uno que refleje nuestros intereses y que también nos permita apoyar a Israel y a los palestinos moderados y ganarnos el apoyo de los árabes moderados para una reconstrucción económica de Gaza después de la guerra. No veo ninguna ayuda económica importante para la reconstrucción de Gaza procedente de Europa o de países como Emiratos Árabes Unidos o Arabia Saudí a menos que Israel y alguna autoridad palestina legítima se comprometan con los principios de un marco de paz para crear dos Estados para dos pueblos.

Biden tiene que decir: “Israel, estamos cubriendo tu flanco militarmente con nuestros dos portaaviones, financieramente con 14.000 millones de dólares en ayuda, y diplomáticamente en la ONU. El precio por ello es tu aceptación de un marco de paz basado en dos Estados para dos pueblos indígenas en Gaza, Cisjordania e Israel antes de 1967. Este plan se basa en las resoluciones 242 y 338 de la ONU, que también fue la piedra angular de las negociaciones en el plan de paz presentado por Trump en 2020.

“Bibi, ¿recuerdas lo que dijiste sobre ese plan de Trump que daba a los palestinos cerca del 70% de Cisjordania para un Estado, además de una Franja de Gaza ampliada y una capital en la zona de Jerusalén?”. Biden podría añadir. “Aquí está la historia de Associated Press del 28 de enero de 2020, para recordárselo: ‘Netanyahu lo llamó un ‘’avance histórico’’ igual en importancia a la declaración de independencia del país en 1948′”.

La Autoridad Palestina rechazó tontamente el plan de Trump, en lugar de pedir utilizarlo como punto de partida. Ahora tiene la oportunidad de enmendar ese error o de quedar en evidencia por su falta de seriedad.

En su nuevo y valioso libro sobre la historia del proceso de paz, “(In) Sights: Peacemaking in the Oslo Process Thirty Years and Counting”, Gidi Grinstein, miembro del equipo negociador de Ehud Barak en Camp David, sostiene que el plan de Trump proporciona una base natural para un proceso de paz reactivado para una solución de dos Estados. No sólo porque Netanyahu ya lo aceptó, me dijo Grinstein en una entrevista, aunque los colonos de línea dura de su Gabinete no lo hicieran y sigan sin hacerlo. También es viable porque el plan de Trump se basaba en realidad en la condición previa de que la paz sólo sería posible después de que Hamas fuera desalojado del poder en Gaza y la Autoridad Palestina pudiera asumir el control de la Franja de Gaza, que, según el plan de Trump, se ampliaría con tierras extraídas del desierto del Neguev israelí.

Biden también podría proponer que, con la ayuda de nuestros aliados árabes moderados como los EAU, Arabia Saudí, Egipto, Jordania y Bahréin, elaboráramos un plan para revisar la Autoridad Palestina, purgar su sistema educativo de material antiisraelí, mejorar sus fuerzas que trabajan a diario con los equipos de seguridad israelíes en Cisjordania y eliminar gradualmente su apoyo financiero a los prisioneros palestinos que dañaron a israelíes.

¿Está la Autoridad Palestina dispuesta a llegar a un acuerdo así? ¿Están dispuestos a ello los partidarios progresistas de Palestina en Occidente que corean el mantra eliminacionista “del río al mar, Palestina será libre”? ¿Lo estará la mayoría silenciosa de Israel si Hamas es derrotado? Veamos qué defiende realmente cada uno -o si tienen una respuesta mejor-, porque ninguno de los dos va a desaparecer. Biden tiene que ponerlos a todos a prueba.

Sé que a muchos líderes judíos estadounidenses les encantaría en privado que Biden presentara un plan así, pero hasta ahora sólo uno, Ronald Lauder, republicano desde hace mucho tiempo y presidente del Congreso Judío Mundial, ha tenido el valor de pedirlo, nada menos que en un periódico saudí, en un ensayo titulado: “Un tiempo para la paz y una solución de dos Estados”. Como él mismo explicó: “Sólo una solución de dos Estados garantizaría a israelíes y palestinos una vida digna, segura y con una mejor perspectiva de la situación económica, lo que conduciría a un futuro sostenible”.

Un plan así protegería los intereses de Estados Unidos -y dejaría claro que nos preocupamos por lo que es mejor para israelíes y palestinos y para nuestros aliados en la región, no por lo que es mejor para el futuro político de Bibi -que según me dijeron varios analistas israelíes sería alargar la guerra, para que no pudiera ser derrocado por manifestaciones masivas- o arrastrarnos a un conflicto con Irán con la esperanza de que eso eclipsara todos sus errores.

Si Israel aceptara un plan de dos Estados, incluso con reservas, reforzaría ante el mundo que Israel considera su guerra en Gaza como una autodefensa necesaria y un preludio de una paz duradera. Y si ese plan fuera aceptado por la Autoridad Palestina, incluso con reservas, eso reforzaría que la Autoridad pretende ser la alternativa a Hamas en la configuración de un futuro independiente para los palestinos junto a Israel, y que no será un espectador de la locura de Hamas ni una víctima de ella.

© The New York Times 2023

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