Casi 200 venezolanos que volvieron de Islandia con esperanzas de un nuevo comienzo, enfrentaron un recibimiento desalentador en Maiquetía.
El sueño de volver a casa se convirtió en una pesadilla para cerca de 200 venezolanos que, tras ser parte de un programa de retorno voluntario financiado por Islandia, enfrentaron un trato inesperado y desconcertante por parte de las autoridades migratorias venezolanas al pisar suelo patrio.
Las esperanzas de un retorno tranquilo a su tierra natal se disiparon entre la confusión y la preocupación cuando, al llegar al aeropuerto internacional Simón Bolívar de Maiquetía, los recién llegados fueron tratados no como ciudadanos que regresaban a su hogar, sino como deportados. En un giro desconcertante de los eventos, los funcionarios les informaron que serían trasladados al centro «Negra Hipólita» en La Guaira para someterse a evaluaciones médicas obligatorias, un procedimiento que recordó al aplicado a los deportados desde EE. UU.
Los testimonios en redes sociales, como los videos publicados en X, reflejan la frustración y el desconcierto de quienes se vieron retenidos contra su voluntad, privados del contacto con sus familiares que, desde distintos rincones del país, aguardaban ansiosos por el reencuentro. Los afectados y sus seres queridos, algunos viajando desde estados lejanos como Barinas y Cojedes, quedaron en limbo, sin poder abrazarse ni compartir el alivio del regreso.
Esta situación surge luego de un cambio en las políticas de Islandia, que llevó a varios venezolanos a tomar la decisión de retornar. Un fallo judicial de la Dirección de Inmigración de Islandia negó, el pasado 4 de octubre, las solicitudes de asilo de ciudadanos venezolanos, desencadenando la repatriación de quienes buscaban protección internacional.
La medida tomada por las autoridades venezolanas ha generado un llamado a la reflexión sobre el trato que se da a los connacionales que regresan al país, especialmente en un contexto donde cada acción gubernamental debería estar enfocada en facilitar su integración y no en aumentar su ya pesada carga emocional y psicológica. La comunidad espera respuestas y una resolución humana y justa a este incidente, que ha dejado una marca en el proceso de retorno de muchos.