La demanda presentada en Nueva York acusa a las estrellas de Hollywood de dos décadas de vigilancia y robo creativo.
En una trama que parece sacada de los estudios de cine en Hollywood, una abogada de Nueva York ha presentado una demanda contra Ben Affleck y Matt Damon, acusándolos de un insólito caso de espionaje y acoso que se extendería por más de 20 años.
La denuncia, que suena a guión de thriller, alega que ambos actores habrían utilizado información íntima de su vida para proyectos televisivos y cinematográficos.
El Daily Mail reveló los documentos judiciales que describen el presunto monitoreo que incluye micrófonos ocultos y dispositivos pirateados. «Lo que han hecho es completamente inaceptable», sostiene la abogada, cuyo nombre permanece en reserva.
Las acusaciones se extienden a figuras como Jennifer López, Casey Affleck y Ryan Seacrest, además de Harvey Weinstein, con quien se dice que Affleck y Damon habrían colaborado para llevar detalles de su vida privada a la pantalla grande.
Según la demandante, el contacto inicial con los actores se remonta a su participación en el sitio web «Project Greenlight» en 2001. Desde entonces, su vida personal habría sido objeto de explotación creativa sin su consentimiento. La denuncia se hace eco de producciones como «Saturday Night Live», donde esboza que se utilizaron fragmentos de su identidad para sketches, y películas de Weinstein, donde su vida habría sido fuente de inspiración.
La insistencia de la abogada en la veracidad de sus afirmaciones se ve respaldada por la identificación de una cicatriz distintiva suya reproducida en obras publicadas en 2023. Más allá de la invasión a su privacidad, la denunciante señala la angustia emocional que este supuesto acoso continuado le ha generado, y busca una compensación económica que refleja la seriedad de su caso.
Hasta la fecha, las personalidades implicadas no han respondido oficialmente a las acusaciones, y el espectáculo del juicio aún está por comenzar. Lo que queda claro es que, en el mundo del entretenimiento, la línea entre la ficción y la realidad puede ser sorprendentemente delgada.