Israel combate hoy por sí y también por la idea misma de Occidente frente a la islamización que busca el islam político, considera Ricardo Israel.
Por RICARDO ISRAEL
Quizás ha habido una equivocación generalizada, en el sentido que lo que estamos presenciando no es la última batalla de una guerra prolongada entre israelíes y palestinos, sino el primer enfrentamiento armado entre la islamización que busca el islam político y el mundo occidental. Si es así, se requiere una reacción de Estados Unidos y de Europa, además, aceptar que existe un tema de seguridad nacional para EEUU, sobre todo, por la radicalización en sus universidades, que podrían entregar una generación de yihadistas en el futuro cercano. Y que la gran prensa lo entienda.
La islamización actual tiene su fundamento más que en la religión en el llamado islam político, el que mandata como un deber la recuperación de todo territorio que alguna vez fue dominio musulmán. La clave de todo es la República Islámica de Irán, que, a partir de 1979, más que un gobierno basado en la fe estableció una dictadura teocrática de sus ayatolas.
Recordemos también que en su formidable expansión que se inició en lo que hoy es Arabia Saudita en el siglo VII (y que conquistó a todo lo que es hoy el llamado mundo árabe y el propio Irán) y que supuso conflicto con todas las culturas con las que el Islam fijó limites, Fue el caso del cristianismo (Cruzadas), pero también de la India (con Pakistán, en tres guerras y con una división hecha por el imperio británico muy similar a Israel-Palestina, y en los mismos años), de la China (uigures hoy, provincias donde llegaba la Ruta de la Seda entonces), o los budistas de Myanmar (ex Birmania) .
A veces los musulmanes fueron agredidos y a veces fueron agresores, por lo que la historia debiera servir solo como guía y no para atribuir el rol de victima o victimario. Es así como el conflicto con Israel y los judíos no es el primero ni mucho menos, como tampoco en la actualidad es un conflicto territorial o nacional, ya que ni Irán ni quienes hoy agreden a Israel como los Hutíes o Hezbollah tienen un conflicto territorial, y Hamas, quien lo inició el 7 de octubre con su invasión y crímenes, no aspira a crear un Estado palestino sino una República islámica. Por lo demás, el Estado Palestino ha sido rechazado siempre por sus delegados, en 1936, 1947, 1949, 1967 o en las negociaciones auspiciadas por EEUU en Camp David, donde por lo demás todo país árabe o islámico que ha querido llegar a acuerdos de paz lo ha hecho, como testimonian los Acuerdos de Abraham, y antes, Egipto y Jordania.
No. El problema no es hoy ni territorial ni nacional, ya que estamos en reedición siglo XXI del Choque de Civilizaciones del que habló Samuel Huntington, primero en un ensayo publicado en Foreign Affairs (1993) y después en un libro (1996), y que recibió críticas surtidas, más por las opciones políticas del autor que por su contenido, y que en vista de lo que ocurre merece una nueva lectura, perdonando lo superficial que pueda hoy parecer a algunos, y reconociendo en un autor importante de la ciencia política del siglo XX, que se anticipara a conflictos actuales.
Para lo que está pasando, el islam político cuenta con un instrumento que puede ser usado para la fe (superación espiritual) pero también para la conquista (guerra) como es la Yihad. En dos conflictos recientes, Occidente encabezado por EEUU invadió Irak, más por temas relacionados con el petróleo que por otros motivos, que esencialmente hace ver como casi insignificante al Eje del Mal de entonces, del que hablaba George Bush hijo.
Lo de ahora es distinto. Y es doble. Por un lado, China desafiando, hasta el momento con cierto éxito a EEUU, para reemplazarla como la superpotencia del siglo XXI, y por el otro, Irán impulsando la islamización de todo conflicto con países musulmanes (45 reconocen mayoría de su población). Difiere de la guerra fría, pero se necesita la claridad y determinación que hoy no existe y que permitió ganarla.
El poder económico de China marca diferencia con la disputa geopolítica que siempre enfrenta al país más poderoso con el que lo quiere reemplazar (Inglaterra a España o el propio Estados Unidos al imperio británico), y el caso de Irán, es una lucha por la esencia, ya que no es lo que Estados Unidos o Israel hacen, sino lo que son, así de radical es el rechazo y vale la pena entenderlo.
Lo que se rechaza es lo que Estados Unidos, Israel (para los ayatolas es solo (“el pequeño Satán”) y Occidente representan, es decir, la herencia a la vez grecolatina (Grecia y Roma) y judeo-cristiana, junto a la Ilustración, ese notable proceso cultural e intelectual que permitió que a partir del siglo XVIII Europa liderara el mundo de aquel entonces, respaldada por la libertad de expresión, el método científico, el predominio de la razón, la modernidad, la separación entre iglesia y Estado, exactamente la razón del éxito que no se le perdona a Occidente, y aún peor, que hoy se cuestiona internamente, tal como le pasa a EEUU, con sus repetitivas dudas acerca de su rol y misión.
Significa para Europa revisar su buenismo y su proceso de inmigración donde se acogió a millones que no solo buscaban trabajo, sino que huían de la opresión de sus países, pero hoy día las nuevas generaciones parecen querer reproducir aquello de lo cual arrancaban sus padres y abuelos. También Estados Unidos debe aprender de esta experiencia.
Lo que ocurre muestra que el desafío ya llegó al interior de muchos países occidentales. Se demuestra en el apoyo a Hamas en tantas manifestaciones masivas, en el respaldo que encuentran en importantes medios de comunicación, en el apoyo de intelectuales y universidades. Problemas que necesitan ser abordados y no escondidos, ya que no solo se rechaza a Israel, sino también a la propia idea de occidente, al propio Estados Unidos, tan preocupante como el silencio de tanto gobierno al secuestro de rehenes.
Irán le está demostrando su poder al mundo al haber provocado el actual conflicto de Gaza, ya que lo que hoy presenciamos sería imposible sin el visto bueno de la República islámica. Al haber sido Israel invadido por Hamas matando a 1200 personas y secuestrando a más o menos 250 rehenes es que ¿alguien creía que Israel no iba a reaccionar y en forma legítima declarar la guerra? ¿Algún otro país no lo habría hecho en su lugar?
El tipo de violencia fue comparada con los nazis, aunque existen diferencias, ya que los nazis hasta el final intentaron ocultar lo que hicieron, mientras que ahora los terroristas lo transmitieron en vivo y directo. También parte del negacionismo parecía cuestionar, por ejemplo, la cantidad de muertos en campos de concentración más que si estos existieron o no. Ahora, quienes marchan por miles en Nueva York o Londres, rechazan las muchas evidencias sobre el horror del 7 de octubre, además de pedir la desaparición de Israel y el genocidio de los judíos.
Sobre todo, hay que intentar entender el tipo de conflicto que se vive. Occidente, aunque no lo desee, está en una guerra cultural que no ha buscado y que le ha sido declarada, con un aliado que desde dentro se ha sumado al problema, es la vertiente política conocida en América Latina, Europa o Estados Unidos como wokismo o progresismo, y en general hoy apoya a Hamas, quien en Gaza ha establecido una distopia en que predomina todo lo que estas corrientes política dicen rechazar: sexismo, homofobia, militarismo, glorificación de la muerte, violación de derechos humanos, gobierno teocrático y que una cleptocracia robe la ayuda internacional.
Al igual que lo que ocurre en universidades de elite, al parecer ha bastado que estén en conflicto con Israel para que apoyen y admiren a este grupo terrorista. No solo eso, sino que, al tener el problema dentro de sus fronteras, EEUU y Europa se han abierto a una realidad donde la serpiente del odio a los judíos se ha escapado. Inesperado en el caso de EEUU donde según cifras del FBI, siendo el 2,4% de la población los judíos acumulan el 62% de los ataques de odio. Sin embargo, no sorprende a nadie encontrar cifras similares o peores en varios países europeos. Cifras que por sí solas explican la razón de ser de Israel, como última línea de defensa judía, pero que ahora hay que preguntarse si no está también siendo la primera línea de defensa de occidente, en una agresión que no ha buscado, pero a la que ha respondido.
En vez de apoyarlo sin reservas, a Israel siempre se le advirtió que no debería ingresar a Gaza porque lo estaba esperando una trampa que lo iba a empantanar y quizás derrotar, que no debiera provocar una guerra con Irán. Sin embargo, a mi juicio, aunque Israel está teniendo varios frentes (Gaza, el Líbano, Yemen, Siria, Iraq) nunca he pensado que de buenas a primeras se va a transformar en un conflicto regional, ya que este conflicto es solo posible porque los ayatolas dominan Irán y así pueden movilizar las milicias que controlan en otros países en lo que llaman el Frente de la Resistencia, aunque es claro que ninguna se va a mover sin el visto bueno de Teherán.
Por lo tanto, provocan, tantean, amenazan, pero no van a hacer nada que ponga en peligro su dominio de Irán, nada, esa es la clave para entender su comportamiento, como también por qué nunca hubo reacción al asesinato del General Soleimani bajo Trump. Mas aun, de hecho, existe la experiencia de Israel confrontándolos en la guerra civil de Siria, ganando todos esos pequeños enfrentamientos, y nunca Irán escalando, ya que no querían otras derrotas. Mas aun, teniendo buenas relaciones con Putin, si Netanyahu con Putin, a pesar de que estaban en bandos opuestos en la guerra civil.
Hoy, es probable que Irán se esté conteniendo por otro motivo, que ya posea la bomba atómica, lo que no sería raro, toda vez que una vez que un conocimiento penetra una sociedad, ya no lo abandona. Es probable que todavía estén inseguros, ya que sería reciente, no lo ha probado públicamente y no tiene cantidad suficiente para sus propósitos. Confirma el argumento anterior de no poner en peligro su dominio de Irán, ya que esa es la base de todo el proyecto islamista, por lo que no van a hacer nada que perjudique el proyecto principal. Y se necesita la motivación que tiene Irán, ya que por algún motivo no es Pakistán, que también es poder atómico.
Por ahora, la guerra está limitada a Gaza, y todo indica que a Israel le ha ido mejor en lo militar que lo que Hamas e Irán esperaban como también el Pentágono, por su desempeño contrainsurgente en Afganistán y en el Irak post Hussein, donde una muy complicada lucha en las calles y contra el Estado Islámico, siguió a una fácil victoria contra el ejército.
En todo caso, tal como se advirtió, el doble objetivo de rescatar rehenes y, sobre todo eliminar a Hamas como amenaza va a tomar tiempo, quizás buena parte del 2024, aunque como lo demuestran ISIS y Al Qaeda estos movimientos terroristas no desaparecen del todo, y lo que se puede esperar es que no controlen un gobierno o territorio. Israel también se comprometió a perseguir a los responsables del 7-X y la ejecución reciente de Saleh El Arouri en Beirut parece ser la primera. Israel siempre espera que la guerra siguiente sea distinta a la anterior, por lo que no está actuando como se suponía, sino que ha estado innovando en el más difícil de todos los terrenos para un ejército, la lucha urbana. Es distinto, además, por su proyección en el tiempo, ya que las guerras anteriores habían sido más bien cortas y contra ejércitos. Antes combatió con Hamas (2008, 2012,2014), pero nada igual a lo actual.
Ahora es movilización total y por un tiempo prolongado, sin la seguridad que no se abrirán nuevos frentes y con un fuerte costo económico. De ganar Israel y cumplir sus objetivos, su ideal sería no permanecer y limitarse a una presencia militar en Gaza, pero que quede bajo responsabilidad de países árabes sunitas que hoy serian mejores aliados, ya que a diferencia de la ONU o la Unión Europea actuarían sin complejos, ya que son de los pocos que tienen claro lo que Irán pretende, que Hamas debe ser totalmente derrotado, y el significado tanto de la yihad como del islamismo político.
Por lo mismo, aunque digan otra cosa en público Egipto, Jordania, Arabia Saudita, los Emiratos, Marruecos esperan el triunfo israelí y si se han acercado a este es por razones de seguridad, ya que están convencidos que igualmente enfrentan a Teherán como enemigo. Lo anterior queda muy claro en el caso de Arabia Saudita, quien debe estar muy preocupada por el logro de Irán, toda vez que a través de la alianza con Hamas ha logrado algo raro en 13 siglos, un frente común entre sunitas y chiitas. A diferencia de occidente, Israel es atractivo para estos países por su fortaleza y no por su debilidad, y creo que entienden mejor que Europa el derecho de Israel a defenderse. Estos países árabes saben que la destrucción de Hamas es la mejor posibilidad de paz, toda vez que el 7 de octubre y el incumplimiento mutuo de Oslo entre Israel y la Autoridad Palestina, ha hecho retroceder la posibilidad de los dos Estados, uno al lado del otro en vez de uno sobre el otro.
En las últimas décadas, occidente se ha equivocado muchas veces en el medio oriente. La falta de apoyo de Carter al Sha de Persia facilitó la llegada del ayatola Khomeini, lo hizo Obama al permitir que Al-Assad cruzara lo que el mismo había definido como líneas rojas en Siria, hubo un error generalizado con la llamada Primavera Árabe que desestabilizó países y aliados, abriéndole paso a la Hermandad Musulmana en Egipto, y por último Francia ayudó a derribar a Gadafy, solo para que el caos posterior impulsara la inmigración ilegal a Europa, repitiendo el mismo error de buscar liberales o demócratas en lugares donde al parecer son inexistentes, el mismo error conceptual que tuvo Israel al llevar de regreso desde Túnez a Arafat, para que hasta el día de hoy, no pueda encontrar ningún socio palestino para la paz.
Por último, están los malos resultados de Estados Unidos en Irak, donde después de Saddam, el que fuera el principal enemigo se convirtió en dependencia estratégica de Irán, o el caso de Afganistán, donde después de 20 años, el poder fue devuelto a los mismos talibanes que había derrocado.
Un cambio de actitud por parte de EEUU se requiere para abordar este doble desafío simultaneo, el de China y el del islamismo militante de Irán. La evidencia muestra hoy que ni el Departamento de Estado, Pentágono, Congreso o Casa Blanca están suficientemente mentalizados ante estos adversarios, quizás por la profunda división interna que sufre. Incluso, su compromiso en Ucrania que no está pasando por un buen momento en lo militar, está demostrando las limitaciones que hoy tiene Washington en política exterior, como consecuencia de su polarización.
Al mismo tiempo, en Occidente parecen predominar la hipocresía y el doble estándar. No solo en el movimiento feminista, también en medios de comunicación que ni siquiera ya informan del ataque habitual a los cristianos en lugares como Pakistán o Nigeria o la limpieza religiosa que sufrieron en el medio oriente y el norte de África, y ahora en territorios palestinos.
Además, problemas de política interna están minando la claridad que EEUU parecía tener el 8 de octubre. Todo indica que lo ideal sería que Israel resolviera el problema militar, para que después Washington pudiera dedicarse a buscar la paz definitiva que propone, y que es imposible sin un triunfo israelí. Tel Aviv ha sabido siempre lo que Ucrania está descubriendo, lo poco confiable que Washington puede ser en elecciones, y hoy, no hay duda de que a Biden le ha surgido un problema serio en el partido Demócrata y en el apoyo que Hamas está encontrando en la juventud de la potencia.
¿Cómo será recordada esta Guerra? Por ahora, se mezcla el componente palestino con la confrontación de modernidad versus el islamismo medieval, pero creo que crecientemente va a predominar este último, es decir, que lo que se combate es por la preservar la esencia de la idea de occidente.
Es el rol que está cumpliendo Israel para occidente, no solo el del canario en la mina que anuncia desgracias que llegarán a otros, es occidente quien lo necesita e Israel requiere apoyo, no tanto en lo militar como en lo espiritual, lo que incluye abordar el odio que se difunde en las redes sociales y el apoyo a Hamas en las calles, mientras que en las situaciones similares de ISIS y de Al Qaeda no se permitió que algo similar ocurriera. Es poco lo que se puede esperar hoy de una Europa que hasta acepta asesinatos “de honor” y la aplicación de la Sharía en sus ciudades, pero EEUU con toda seriedad debe preocuparse de temas que hoy son de seguridad nacional como es el caso del yihadismo instalado en sus aulas y como las universidades de elite han sido compradas, a pesar de ser el lugar de formación de la elite de EEUU y de otros países. También, de actualizar su política de inmigración y aprender del fracaso multicultural europeo. Por último, requiere abordar el tema de organismos internacionales que son financiados por Occidente como ocurre con la ONU, y que son lugares de difusión habitual de odio en su contra.
Hoy estamos en Gaza, todavía el primer lugar de un gigantesco enfrentamiento con Hamas e Irán que no respetan la Convención de Ginebra y donde se usan a los civiles como escudo humano ¿Cómo se les combate? Rusia en Chechenia y EEUU después de los atentados del 9/11 modificaron todo, desde la vigilancia hasta la respuesta armada. ¿Por qué entonces a Israel no se le permite lo mismo con Hamas?
Israel combate hoy por sí y también por la idea misma de Occidente, donde no quiere imponerle su sistema a ningún otro país, solo que se le respete el derecho a defenderse y a seguir siendo el único país de mayoría judía en el mundo, donde quienes allí viven, judíos, árabes, drusos, beduinos, parecen estar contentos con la vida que disfrutan, un país que no solo es poderoso militarmente sino sobre todo en Ciencia y Tecnología, en innovación, en derechos humanos, democracia, en educación y donde sobresalen sus orquestas sinfónicas como también el ballet y la lectura de libros.
Todo eso es amenazado por Irán y Hamas, que no reconocen su derecho a la existencia. Todo lo que hoy está pasando fue provocado, ¿debería Israel solo limitarse a contener esta amenaza o intentar su solución definitiva?
Publicado originalmente en Infobae (c)
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