Las provincias de Sistán-Baluchistán en Irán y Baluchistán en Pakistán enfrentan años de inestabilidad y ahora se hallan en el centro de una escalada de tensiones.
La región de Baluchistán, compartida por Irán y Pakistán, enfrenta una situación de conflicto prolongado y ahora se halla en el centro de una posible escalada de tensiones entre estos países vecinos. Baluchistán es una de las regiones más empobrecidas tanto en Irán como en Pakistán, caracterizada por su vasta extensión árida, sequías frecuentes y alto desempleo.
El pueblo baluchi, predominantemente musulmán suní, constituye una minoría religiosa y étnica en Irán, donde la mayoría es chií. La provincia de Sistán-Baluchistán en Irán y la provincia de Baluchistán en Pakistán, junto con una pequeña población en Afganistán, suman aproximadamente 10 millones de baluchis.
Ambos países han enfrentado tensiones y conflictos en la región, a menudo relacionados con actividades de contrabando a lo largo de su frontera porosa de casi 1.000 kilómetros. Recientemente, Irán y Pakistán han atacado objetivos que califican de «terroristas» dentro de las respectivas provincias del país vecino, lo que ha llevado a un número creciente de víctimas.
En Irán, el grupo separatista militante suní Jaish al-Adl ha sido responsable de varios ataques, incluido uno en diciembre en la ciudad de Rask que dejó once policías muertos. Este grupo surgió de Jundallah, otro grupo militante que había atacado a las fuerzas de seguridad iraníes pero que se debilitó tras la ejecución de su líder en 2010.
En Pakistán, la insurgencia separatista baluchi ha estado activa durante casi dos décadas, atacando a las fuerzas de seguridad, personal gubernamental y civiles no baluchis. Los separatistas baluchis han atacado también proyectos asociados con el Corredor Económico China-Pakistán, un componente clave de la Iniciativa de la Franja y la Ruta de Beijing.
La situación de los baluchis es complicada por la discriminación económica y política, tanto en Irán como en Pakistán. En Irán, los activistas han denunciado una alta tasa de ejecuciones de baluchis y han señalado la represión de las protestas en Sistán-Baluchistán, especialmente después del «viernes sangriento» de Zahedán en 2022. En Pakistán, los baluchis reclaman derechos y una mayor participación en los ingresos de los recursos naturales de la provincia.
El conflicto en Baluchistán refleja no solo un desafío de seguridad transfronteriza, sino también una lucha por los derechos humanos y el desarrollo económico en una región marcada por años de inestabilidad y violencia.