China, Irán y Rusia muestran músculo en ejercicios navales
En un gesto de cooperación militar sin precedentes, tres potencias realizan ejercicios navales conjuntos, apuntando a la seguridad marítima y el intercambio de tácticas frente a tensiones globales.
En una demostración de unidad y fuerza estratégica, China, Irán y Rusia han lanzado los ejercicios navales «Cinturón de Seguridad Marina 2024» en el golfo de Omán, una zona crítica por su relevancia económica y geopolítica, cercana al golfo Pérsico. Las maniobras, cubriendo un área de aproximadamente 17.000 kilómetros cuadrados, no solo destacan por su envergadura sino también por el mensaje político que conllevan en un momento de tensiones crecientes a nivel internacional.
El despliegue de fuerzas incluye más de 20 buques entre destructores, fragatas y embarcaciones de apoyo, además de helicópteros navales, representando una sinergia militar que busca, según el almirante Mostafa Tajaddini, portavoz de los ejercicios, «mejorar el comercio, hacer frente a la piratería y el terrorismo, y apoyar las actividades humanitarias».
Esta cooperación militar entre Teherán, Pekín y Moscú responde a un contexto de fricción con Estados Unidos, especialmente marcado por la implicación iraní en el suministro de drones militares a Rusia para su uso en el conflicto ucraniano. La presencia de países observadores como Azerbaiyán, Kazajistán, Omán, Pakistán y Sudáfrica subraya la relevancia y el interés internacional en estos ejercicios.
El golfo de Omán, teatro de estos simulacros, es un corredor vital por donde transita una quinta parte del petróleo comercializado mundialmente a través del estrecho de Ormuz. Desde 2019, la región ha sido escenario de varios incidentes, incluidos ataques y incautaciones de barcos que Estados Unidos ha atribuido a Irán, resaltando la fragilidad de la seguridad marítima en este punto neurálgico.
La realización de estos ejercicios navales conjuntos no solo refleja el fortalecimiento de la cooperación militar entre China, Irán y Rusia, sino que también pone de manifiesto el complejo ajedrez geopolítico en una región donde los intereses económicos y estratégicos de varias potencias mundiales se encuentran entrelazados. Con el mundo como testigo, estos simulacros se interpretan como una clara señal hacia Occidente de que estas naciones están dispuestas a unir fuerzas ante lo que perciben como desafíos comunes, en un momento en que el equilibrio de poder global parece estar en constante reevaluación.