Ante la prohibición gubernamental de las procesiones callejeras, los católicos nicaragüenses renuevan su fe en el atrio de la Catedral de Managua.
En un acto de fe resiliente y adaptativa, la Iglesia católica de Nicaragua inauguró la Semana Santa este Domingo de Ramos, desafiando las restricciones gubernamentales que, por segundo año consecutivo, prohíben las tradicionales procesiones en las calles.
La arquidiócesis de Managua lideró la celebración en el lateral de la Catedral Metropolitana, un espacio que se convirtió en epicentro de una devoción que se niega a ser silenciada por el Gobierno de Daniel Ortega y Rosario Murillo.
La Policía Nacional, siguiendo directrices del presidente Ortega, quien ha tildado a sacerdotes y figuras eclesiásticas de «mafia», mantiene la orden que limita las manifestaciones de fe al interior o atrios de las iglesias, un golpe a la tradición y la libre expresión religiosa en el país.
Este domingo, la comunidad católica respondió con una masiva asistencia a la ‘Procesión del Triunfo’ en Managua, demostrando que, aunque restringida en su movilidad, su espiritualidad y fervor permanecen intactos.
Los feligreses, portando palmas y acompañados de cantos e incienso, siguieron la imagen de ‘Jesús del Triunfo’ encabezada por el cardenal Leopoldo Brenes, en un recorrido simbólico alrededor de la Catedral que sustituyó a las ausentes explosiones de cohetes artesanales, típicas de estas fechas. La bendición del cardenal Brenes, tanto a las palmas como a la congregación, fue un momento de especial conexión espiritual para los presentes, quienes coreaban alabanzas y elevaban sus palmas al cielo.
Mientras tanto, la Iglesia católica de Costa Rica mostró su solidaridad con el pueblo nicaragüense a través de un viacrucis dedicado a los migrantes y «presos políticos» de Nicaragua, enfatizando la difícil situación que enfrentan los católicos en su país. El padre Rafael Aragón, con su testimonio sobre la falta de libertad religiosa en Nicaragua, puso en relieve la grave crisis de derechos humanos que vive la nación.