El autor destaca que ante la andanada de críticas que ha recibido Maduro de parte de Petro, Lula, Boric y Pepe Mujica, su estrategia ahora es mirar a Europa y Asia
Por Edward Rodríguez
Dicen que la cuerda siempre revienta por lo más delgado, y es lo que pareciera ocurrir en el entorno de Maduro, pues luego de consumada la inhabilitación de María Corina Machado y el rechazo a la inscripción de la candidata sustituta Corina Yoris, a Maduro se le tensó esa cuerda, pero además se le enredó en el ámbito internacional, sobre todo con sus amigos y aliados.
Sus vecinos presidentes Luiz Inácio Lula da Silva, de Brasil y Gustavo Petro, de Colombia, se pronunciaron al respecto y dejaron claro que lo que viene ejecutando Nicolás se desdibuja de la democracia o por lo menos de la que venían ellos respaldando pese a las violaciones de derechos humanos, migración forzada y una lista de tareas pendientes del régimen venezolano.
A las criticas de Petro y Lula da Silva se unieron las de José “Pepe” Mujica, referente de la izquierda exitosa en América Latina y la del joven presidente de Chile, Gabriel Boric.
En plena Semana Santa, Lula y el presidente de Francia, Emmanuel Macron, se reunieron en Brasil para tratar asuntos de interés binacional, pero el tema electoral venezolano estuvo en agenda. Al respecto el mandatario brasileño en una sorpresiva declaración dijo: “No quiero nada mejor ni peor para Venezuela, quiero que las elecciones sean hechas como en Brasil, con la participación de todos», pero además recordó que recientemente se había reunido con Nicolás Maduro y le manifestó que «lo más importante era restablecer la normalidad y no tener problemas en el proceso electoral».
Pareciera que Maduro no escuchó a su amigo Lula en ese momento y tampoco lo hará ahora puesto que perder el poder no es una opción para su sobrevivencia política.
Por el otro lado, Gustavo Petro también hizo lo propio y se lanzó también una sorpresiva declaración donde tilda de “golpe antidemocrático” la inhabilitación de María Corina Machado en su justa aspiración a la presidencia.
La respuesta de Maduro no tardó, y un tanto iracundo les recordó al par de mandatarios (Petro y Lula) y al propio Mujica, que cuando fue a inscribir su candidatura en el CNE para la reelección iba a sufrir un magnicidio. “Me persiguen para tratar de atentar contra mi vida” y “la izquierda cobarde no son capaces de condenar los golpes. Ellos callan de manera cómplice”, dijo. En pocas palabras los llamó “cobardes”.
El otro que reaccionó visceralmente fue Jorge Rodríguez, vocero del régimen de Maduro, quien a través de sus redes sociales expresó: “No nos metemos en los asuntos de nadie. Métanse sus opiniones por donde les quepan“, dejando clara su postura frente a las declaraciones de los líderes latinoamericanos.
Y para seguir tensando más esa cuerda que se deshilacha por donde menos lo esperaba el régimen; el ex presidente uruguayo José “Pepe” Mujica también dio su humilde opinión y dijo que Venezuela vive en un “régimen porfiado” que no respeta las “leyes elementales de la democracia”.
Los únicos que faltarían para pronunciarse en contra de las acciones que está ejecutando Maduro serían Daniel Ortega, de Nicaragua; y Díaz Canel de Cuba, este último está tratando de apagar un incendio de descontento que pudiera terminar con la llamada revolución cubana, es decir, está resolviendo sus propios problemas y en modo de sobrevivencia en el poder.
Ante la andanada de críticas que ha recibido Maduro de quienes hasta ese momento eran sus aliados, su estrategia es mirar a Europa y Asia para fortalecer los vínculos tanto con Vladimir Putin, recién electo en unos comicios sin contrincantes legítimos; y con China, uno de los cinco países comunistas que quedan en el mundo, donde existe un partido único y la disidencia es perseguida y exterminada tal cual ha hecho Putin con sus adversarios.
Con Rusia y China, Maduro intentará conseguir la legitimidad que no ha logrado entre los países del área.
Como vemos, los que fueron aliados comienzan a darle la espalda y es que el sol de la justicia y de la democracia no se puede tapar con un dedo. Reza el dicho: uno acompaña a sus amigos hasta el cementerio, pero no se mete con ellos en el hueco.
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