El ocaso de las «Golden Visa» en España: Un golpe al refugio de los corruptos venezolanos
Con el fin de las «Golden Visa», España cierra una puerta a la corrupción, mientras las autoridades intensifican su lucha contra el blanqueo de capitales.
En un giro dramático que refleja un creciente esfuerzo por cerrar las puertas al dinero corrupto, el gobierno de Pedro Sánchez ha puesto fin a las polémicas «Golden Visa» en España, una decisión que resonará en los círculos de poder y corrupción de Venezuela y más allá. Este programa, que permitía a extranjeros obtener la residencia a través de la compra de propiedades de lujo, ha sido especialmente popular entre ciertos venezolanos que buscaban una vía de escape a Europa para disfrutar de sus fortunas de dudosa procedencia.
La coincidencia es notable: justo cuando las autoridades españolas detenían a Roberto Rincón Bravo y, presuntamente, a su esposa Elizabeth Farroh, por su vinculación en esquemas de blanqueo de capitales, el gobierno español anunciaba el cierre de este lucrativo pero controversial programa. Rincón Bravo, hijo del magnate Roberto Rincón, asociado con el gobierno de Hugo Chávez, fue capturado en una operación que destapó las prácticas corruptas de algunos venezolanos en el país ibérico. Aunque ayer se le concedió la libertad con medidas cautelares, el mensaje ha sido claro: España no será un paraíso para los corruptos.
En un episodio anterior, en 2018, Roberto Rincón y su esposa, María Lila Bravo de Rincón, ya habían sido señalados por la justicia española en un caso de blanqueo, tras un allanamiento en una de sus propiedades valorada en 25 millones de euros. A pesar de que María Lila Bravo de Rincón fue liberada de cargos en 2023, Roberto Rincón enfrentó la justicia en Texas, condenado por una trama de sobornos a empleados de Pdvsa que ascendió a más de 1.000 millones de dólares.
Esta medida contra las «Golden Visa» se interpreta como un esfuerzo de España por limpiar su imagen y reafirmar su compromiso con la lucha contra la corrupción y el lavado de dinero. Si bien las visas doradas fueron una vez vistas como una oportunidad para impulsar la inversión extranjera, su final marca el reconocimiento de que la integridad y la justicia no tienen precio.