A los partidos políticos les toca rectificar y dejarse de hipocresías para que el pueblo tenga una conducción leal a su causa original, que fue el mandato que les dio en diciembre de 2015.
«Siempre debes creer que el perdón es el eje del cristianismo, que lo hace superior a las otras religiones», me aconsejaba Sor Lucía en las tertulias escolares de mi época estudiantil en el Colegio San José de Tarbes. «Pero el perdón no es automático, porque sería el pasaporte a la impunidad», agregaba Sor Alejandrina, mientras que Sor Francisca remataba la lección religiosa con esta sentencia: «no olvides, Mitzy, que la indulgencia es el pasaporte al desenfreno amoral». Así fue mi juventud; mi etapa de estudiante entre textos de matemática, historia, biología y el catecismo que nos enseñó de niñas los 5 pasos del perdón:
- Dolor de corazón que implicaría confesar que duele haber errado o pecado, desperdiciando la fortuna electoral que el destino y el pueblo pusieron en las manos de una dirigencia que no tenía estrategia para conducir acertadamente el mandato que dio la ciudadanía el 6 de diciembre de 2015.
- Acto de contrición para reflexionar asumiendo los errores, como el de embarcarse en un diálogo-trampa colocada por el régimen para liquidar el referéndum revocatorio que no fueron capaces de defender.
- Propósito de enmienda para comprometerte ante ti y el creyente ante Dios, a corregir. Nada de eso. Reincidieron en los errores. Encallejonaron la causa popular en unas elecciones regionales dándole la espalda a un pueblo que se quedó desconcertado en las calles.
- Decir los pecados al confesor, que en esta coyuntura es lo que deben hacer los políticos ante el pueblo. Se hizo todo lo contrario, persisten en las simulaciones y eso profundiza las heridas. ¿Por qué no se honraron los dictámenes del pueblo, una vez que la Asamblea Nacional convocó al plebiscito del 16 de julio? ¿Por qué dejaron eliminar la tarjeta unitaria?
- Cumplir la penitencia. Aquí, dicho en prosaico, los errores no son gratuitos, hay que pagar por ellos. Ya la ciudadanía los cancela por adelantado, porque sufre más, llora más, se asombra más cuando ve que niños se mueren de hambre, cuando observa a mujeres y hombres, rebuscando en la basura algo que les mitigue el hambre, y al mismo tiempo «sus dirigentes» siguen hablando de lo mismo, como si nada hubiera pasado, dándole tiempo a Maduro para que hunda su daga en el alma de un país destrozado.
Las equivocaciones han sido costosas. Reparar esos daños requerirá actos de grandeza y eso no se ve en los gestos ni se escuchan en las palabras de quienes persisten en hablar de elecciones, candidaturas, primarias; mientras la carroza fúnebre viene a llevarse los muertos por falta de comida o de medicinas. ¡Qué desgracia!
Y pensar que no fue el régimen quien acabó con la MUD, fueron las grandes contradicciones de quienes estaban más pendientes de sus ambiciones personales, los que llegaron a sentirse «los elegidos» con poderes para excluir a quienes podían contribuir a sacar a Venezuela de esta calamidad.
mismo tiempo «sus dirigentes»,tre ellas la subida de Chacreditaron a los partidos polAhora toca rectificar, dejarse de hipocresías y edificar una plataforma que sirva de catapulta a una ciudadanía que repudia las infamias, el populismo, las mezquindades y aspira contar con una conducción atinada, honesta y leal a su causa original.