La derrota del régimen solo es posible si se agrupan todas las fuerzas democráticas y juegan duro retándolo en todos los frentes, advierte el diplomático y sociólogo Alfredo Michelena.
El Grupo de Lima, la Unión Europea e incluso en la reunión del Consejo de Seguridad se pide diálogo y salida electoral. Pero cuando se anuncian negociaciones con esa comunidad como garante, algunos gritan ¡Anatema!
Esa junta de condominio que es la MUD nos llevó a varias victorias, siendo la más relevante la de diciembre de 2015, pero ha venido dando tumbos con grandes momentos de brillantez y abismos negros. Ahora estamos en uno de esos abismos. Con la exclusión de Chúo Torrealba y la creación de esa estructura técnica y “gaseosa” sin vocero político, la MUD no pintaba bien. Creí que esto al menos le daría racionalidad técnica, pero no fue así. Para Chúo, el régimen no acabó con la MUD sino que ella fue dinamitada desde adentro. Quizás, dijo, porque se percibía como organización política que concitaba más apoyo que cada uno de los partidos. Lo que también explicaría que el régimen prohibiera esa tarjeta electoral.
La implosión dejó ver muchos grupos que conforman dos grandes corrientes. Una piensa que la salida es enfrentar al régimen frontalmente y que nada es posible sin su salida previa, por eso toda acción intermedia es o sirve para mantener al régimen. Algunos de ellos creen que el cambio vendrá de una intervención extranjera sean sanciones o acción militar; otros, de un golpe militar o del colapso de régimen, pero todos piensan que la mejor acción es la denuncia y resistencia en la calle. Otros siguen creyendo que el camino para salir del régimen es la conquista de espacios por la vía electoral. Allí hay algunos que privilegian la conquista de espacios y otros la lucha por las condiciones electorales. Ambos evitan una confrontación frontal con el régimen.
Dentro de esta última corriente se enmarca el anuncio de una negociación en presencia de seis gobiernos para dilucidar, entre otros puntos, las condiciones de las presidenciales de 2018.
Una negociación no solo depende de quienes negocian sino del poder que representan. El pranato representa todo el poder del Estado y el mundo delincuencial que lo conforma. Por la oposición unos van y en coro otros gritan: ¡Traidores! Difícil. Pero, ¿qué pone cada uno sobre la mesa para negociar? Lo más valioso que tiene la oposición es el “permiso” que necesita el régimen para emitir deuda que pueda ser transada legalmente en los mercados internacionales. En esto la participación internacional es clave no porque estén apoyando una salida negociada ni por los seis países garantes sino que, para que EE.UU. levante la restricción de emitir deuda en dólares el régimen tendrá que aceptar las condiciones de Trump.
Si esto no para en nada y el asunto de ir a elecciones presidenciales para 2018 no se da en condiciones aceptables, con nuevo CNE y supervisión internacional, la única salida de la MUD es reagruparse y comenzar a jugar duro y retar en todos los frentes al régimen, incluyendo el electoral. Sin unidad no hay salida. Cada grupo debe aceptar que no posee la verdad y que su “salida” debe ser integrada o complementada con las “salidas” de los otros, pues ninguna es suficiente per se. La derrota del régimen vendrá de una combinación de las conocidas, y otras más fuertes y atrevidas.