Este año se deberían realizar elecciones presiden-ciales. ¿Qué sucederá y cómo? es otra cosa. En todo caso la presión nacional e internacional apunta hacia esa contienda comicial.
La mengua de la base chavista
Con Chávez, el chavismo creció en las elecciones presidenciales. En 1998 obtuvo 56% de los votos, en 2000 60% y en 2006 62%. Pero comienza a caer cuando en 2012 baja a 55%. Luego Maduro oficialmente gana con apenas un 50.61 % de los votos. Mientras la oposición habría obtenido un 49,12%, es decir un crecimiento de al menos 10 % desde el techo de 40% que tuvo en ese período. Y se convierte en mayoría oficialmente en las elecciones parlamentarias de 2015.
Ya desde 2010, el chavismo comenzaba a perder apoyo popular. A mediados del 2011, la encuestadora Datanálisis mostraba un país dividido a la mitad, 49% a 46% a favor del Chávez. Una caída notable, pues en 2006 la popularidad del barinés alcanzaba el 70%. Para mediados de 2014 ese país equilibrado desaparece. Según la encuestadora Venebarómetro, la evaluación negativa de Maduro cruza definitivamente el 50% y llega a alcanzar el 80%. También el chavismo (por autodefinición) deja de ser mayoría y se ubica cerca del 20%, mientras la oposición sube al 50%. La última encuesta Omnibus de Datanalisis (12/2017) encuentra que 39,5% de los venezolanos se identifican con la oposición y 19% con el régimen, dejando un muy alto 38% que no se identifica con ninguno.
Una mayoría que no gana
Las dos últimas elecciones, conforme al desagrado que el país siente por Maduro y su régimen, más la intención de voto que registraron las encuestas, las ha debido ganar la oposición. En especial pues en las elecciones anteriores, las parlamentarias, la MUD había sacado el 56.22% de los votos, aventajando al chavismo por 15%. Sorprendentemente esto no sucedió.
2016 y 2017 fueron unos años difíciles de luchas y frustraciones. Desde el bloqueo del referéndum revocatorio, pasando por el dialogo en 2016 hasta las movilizaciones populares de 2017, terminaron con más de 100 asesinados y un nuevo dialogo que algunos no aceptan. Esto creó fisuras en la oposición que se reflejaron en los resultados electorales. Según Venebarómetro dos tercios de los encuestados (11/2017) califica la actuación de la MUD como negativa.
Para las elecciones 2017 hubo nuevas trampas que hemos analizado anteriormente. Pero también la oposición moralmente golpeada, daba señales contradictorias sobre si votar o no y no salió en todas partes a hacer su trabajo de controlar las mesas. La capacidad de movilización política y organizativa de la oposición dejó mucho que desear. Luego el asunto de ir a rendir pleitesía a la Constituyente Cubana demolió más a la unidad. Tanto que la encuesta Omnibus muestra que casi un 50% quiere que la MUD desaparezca.
Lea también: ¿Arrasó el chavismo el 10D?
Sin embargo en el plano internacional estos dos años han sido de avances muy importantes: la designación del régimen como dictadura por la OEA, la creación del grupo de Lima, las sanciones de EE.UU. y Canadá así como las esperadas desde Europa son avances importantes. Incluso las negociaciones de República Dominicana bajo la tutela internacional son pasos substanciales, si bien no suficientes.
Las salidas
Entre la oposición se barajan varias opciones para superar la crisis, lo que ha profundizado la división interna. En los años anteriores se intentaron varias: la electoral fue triunfadora en 2015, pero no en 2016, no se pudo lograr el revocatorio y en 2017 se perdieron ambas elecciones aunque con dos tácticas diferentes: primero ir, aún en malas condiciones y luego abstenerse. El diálogo para, entre otras cosas, realizar elecciones en condiciones relativamente equilibradas en 2017 fracasó, aunque ahora se replantea por presión y con presencia internacional con vistas a 2018. También se intentó la lucha no violenta de calle o resistencia que en el fondo apuntaba a quebrar al régimen – se dio un poco con lo de la Fiscal- o provocar una cisma militar a fin a generar un golpe de estado. Esto fracasó.
Luego están las sanciones internacionales, que pretenden poner presión externa para que se dé alguna de las rupturas mencionadas o llevar al régimen a la mesa de negociaciones – como es el caso de República Dominicana. Luego de que Trump dejara claro que la opción militar estaba sobre la mesa, muchos presentaron la invasión extranjera como alternativa. Ella tiene un apoyo del 15% de los venezolanos según Datincorp, mientras que la mayoría (64%) quiere, o elecciones, o negociación. Una reciente variante es la intervención militar humanitaria. A fines de solventar la crisis humanitaria y de derechos humanos que vive el país, como lo planteó recientemente el profesor Ricardo Hausmann.
Las elecciones
¿Cuál de ellas provocará la salida del régimen? Lo sabremos luego que reconstruyamos el final de la pesadilla (Cisne Negro). Sin embargo, es posible afirmar que en términos nacionales la alternativa más posibilitadora es la de elecciones presidenciales. Maduro tendrá que hacerlas si no quiere perder su último barniz de democracia. Y la MUD deberá ir con un candidato único, mejor organización electoral y en general con mejores condiciones, para lo cual las negociaciones en República Dominicana son claves. Y nada de esto será fácil.
Lea también: 2018: un año crucial para la democracia y la libertad
Al igual que en las pasadas elecciones, una proporción muy alta (80%) está dispuesto a ir a votar (Omnibus), pero ¿irá? ¿Podrá la oposición estimular y liderar ese proceso? El problema como dice Felix Seijas, director de Datincorp, es que «La oposición no cuenta actualmente con líderes ni partidos, …, lo suficientemente confiables para revertir la tendencia abstencionista que tanto daño le está haciendo a sus propósitos electorales» y agrega que «la ventaja con respecto a … 2017 es que esta vez lo que se juega tiene un altísimo valor; abstenerse no parece ser una alternativa racional». En especial en este ambiente de hiperinflación y escasez.
AD, PJ y VP reiteraron que harían primarias para escoger el candidato único. Si esto se logra sin contratiempos, el primer inconveniente es que los más aceptados candidatos de la oposición fueron inhabilitados para participar en las presidenciales: Leopoldo López y Henrique Capriles. Quedarían Henry Falcón y Henry Ramos, candidatos con mucho rechazo. Por eso se habla de un «outsider».
Una mejor organización para las elecciones es condición sine qua non que se dificulta si no hay una verdadera unidad de la oposición y que todos los partidos y grupos trabajen unidos. El fracaso electoral en el Estado Miranda fue justamente por la abstención en el voto y en ausencia de vigilancia en las mesas electorales. Y por último se deben conseguir mejores condiciones electorales y en esto las negociaciones en RD son claves. Ojo: no se trata de conseguir unas elecciones «libres y justas» pues el régimen sería aplastado en esa condiciones, lo sabe y no lo va permitir, pero un mínimo necesario, como las del 2015.
Los venezolanos saben qué está pasando y qué se debe hacer, pero trágicamente no confían en sus líderes ni en los partidos políticos para hacerlo. Dos tercios de ellos considera las elecciones y las negociaciones como vías para salir de la crisis, pero como asienta Seijas «… no confían en los políticos, ni en los partidos políticos, ni en las instituciones (con excepción de las iglesias), ni en el gobierno, ni en la oposición» por lo que la clave para derrotar al pranato es que la oposición recupere la confianza de los venezolanos.