Por Henry Ramos Allup
El diputado Henry Ramos Allup analiza las circunstancias que afectan la conformación de la Unidad democrática, la cual, entre otras cosas, no se ha hecho posible por las violaciones a los compromisos y acuerdos establecidos.
Sin duda, fue una falla de la MUD no haber dado suficiente publicidad al “Compromiso Unitario para la Gobernabilidad” que suscribimos y anunciamos ante el país el 19 de julio de 2017 AD, PJ, UNT, VP, MPV, LCR, AP, ABP, Vente Venezuela, Proyecto Venezuela, Cuentas Claras, Gente Emergente, Convergencia, Unparve, Fuerza del Cambio, Noe, Visión Venezuela, Movimiento Republicano, Fuerza Liberal, Moverse y Va Palante, veintiuna organizaciones políticas en total, delineando lo que constituiría la ruta de las fuerzas políticas democráticas de oposición para lograr el cambio constitucional del régimen encabezado por Nicolás Maduro. El citado compromiso tiene plena vigencia y traza una ruta inequívoca, aunque por conveniencias inconfesables hubiese sido total o parcialmente incumplido por varias de las organizaciones que lo suscribieron. Ellas están obligadas a explicar su conducta ante el país, en vez de continuar escarbando con lamentos tardíos las consecuencias que produjeron los hechos que ellas mismas generaron.
El compromiso contempla los que serían objetivos del próximo gobierno, entre ellos la justicia social como prioridad; la atención inmediata de la crisis humanitaria, con énfasis en alimentación y salud; el fortalecimiento de la unidad de las fuerzas políticas democráticas y de todas las organizaciones de la sociedad civil (trabajadores, estudiantes, empresarios, iglesias); el gobierno de Unidad Nacional amplio, plural y eficiente, sin sectarismos políticos ni hegemonías sectoriales; el cese de las persecuciones; la liberación plena de los presos políticos; el regreso de los exiliados; el respeto a la Constitución y al estado de derecho; el fortalecimiento de la descentralización; el reconocimiento y cooperación con todas las autoridades nacionales, regionales y municipales legítimamente designadas. Y dos aspectos políticos sumamente importantes: la selección del candidato presidencial de la unidad mediante el método de elección primaria universal, directa y secreta con observancia del principio de un elector un voto, y la renuncia expresa del candidato a la reelección presidencial.
Aunque tienta comentar detalladamente el texto del compromiso, porque contiene aspectos de suma importancia que deben ser del conocimiento general, vamos a referirnos a otros temas que son también de interés muy actual y sirven para explicar los muchos problemas que vienen afectando a la unidad que nos exige la inmensa mayoría de los venezolanos. Podemos asegurar que el incumplimiento de ese compromiso por algunos factores políticos e individualidades es lo que ha afectado y continúa afectando la unidad. O dicho en otras palabras: si el compromiso de no participar sin condiciones electorales hubiese sido respetado y acatado por todos, hoy Maduro no estuviera donde está ni se hubiera producido el sainete del pasado 20 de mayo. O lo que viene a ser lo mismo: de haberse respetado el acuerdo, los venezolanos hubiesen concurrido masivamente a votar y elegido por abrumadora mayoría un nuevo Presidente de la República. Lamentable y paradójico que algún factor incumpliera el compromiso unitario para después acordar con el régimen otro compromiso para convertirse a su vez en víctima de un incumplimiento. Cazador cazado.
Además de las violaciones a los compromisos y acuerdos, hay que mencionar otras circunstancias que también afectan la unidad: las agendas y planes de sectores plutocráticos prófugos por encima del interés nacional, casi todos concebidos, dirigidos y monitoreados desde el exterior, con sus campañas comunicacionales erosivas, sus lobbistas internacionales y sus corresponsalías vernáculas. Esos factores se proponen establecer su proyecto eterno: una seudodemocracia estrafalaria, antipolítica, corporativa, sin partidos, sin sindicatos, sin gremios, sin organizaciones no gubernamentales, sólo con políticos de sus nóminas, es decir, una democracia que no es tal sino mera sustitución de un régimen hegemónico y autoritario por otro de iguales características pero de otro signo ideológico. Súmele a esta cacofonía la fantasía de confiar nuestro futuro a factores exógenos, de continuar poniendo el acento en la agenda internacional en desmedro de la interna y de seguir alentando la esperanza de una solución fundamentada en trucos, hechos azarientos, mágicos, astrales que vienen anunciándose burlescamente desde hace años como si se tratara de la llegada del Mesías.