Por Eddo Polesel
***Para lograr el cambio político que los venezolanos deseamos es necesario que la oposición esté cohesionada y que actúe sobre la base de una estrategia de presión continua y sistematizada.
Tenemos catastróficos resultados por las malas políticas impuestas por el régimen en los últimos veinte años, que han venido afectando a todos los venezolanos con mayor incidencia en los de menores recursos. Malos gobiernos que, con sus pésimas decisiones, han venido destruyendo lo que teníamos de una economía relativamente productiva. Ahora, con el último paquetazo del 18 de agosto, el presidente Maduro pareciera estar dispuesto a acabar con todo lo que queda de una economía que fue capaz de autosostenerse, sin cumplir con una agenda adecuada que venciera las dificultades que traerían la progresiva disminución de los sufrimientos de la población más afectada.
Resulta cuando menos sorprendente que a pesar del innegable cuadro de dificultades que se han generado y que afectan -en menor y mayor grado- a todos los habitantes -con mayor incidencia en los que viven en las regiones del interior del país- con este último paquetazo no se contemplan correctivos para vencer las causas que generan el destructible proceso hiperinflacionario, el cual seguirá su ruta haciendo estragos por una hiperinflación que para final de 2018 se calcula que llegará al cien mil por ciento. Con ese comportamiento está demostrando la incapacidad o la obstinación del régimen de no aplicar cambios estructurales que reordenen el procesos político y reorienten el orden económico; por consiguiente, se continuará con la emisión de dinero inorgánico por parte del Banco Central de Venezuela el cual, debido a la pérdida de su autonomía, es obligado a seguir las instrucciones del régimen, razón por la cual no son previsibles proyecciones positivas.
Para salir de este atolladero en el que nos han metido los gobiernos socialistas se requiere un cambio de modelo político y tomar la ruta de una economía competitiva, que es la del mercado porque es la organización de la producción y del consumo de bienes y servicios que surge del juego entre la oferta y la demanda que es la característica que define la importancia de la economía de mercado, ya que las decisiones sobre la inversión y la asignación de los bienes de producción se realiza principalmente a través de los mercados que generan la demanda y oferta libre de monopolios.
La posibilidad de que el país logre, antes de que se complete el desastre que han desatado los malos gobernantes que hemos tenido, no ser acompañada de una intervención de fuerzas externas -aun cuando son importantes los apoyos internacionales, porque aumentan la presión sobre el régimen que es requerida y válida siempre y cuando no se traduzca en un intervencionismo que no es deseable ni debe ser irresponsablemente estimulado. Las acciones para producir el cambio deseado deben ser el resultado de una oposición cohesionada, que actúe en base a una estrategia inteligente de presiones continuas sistematizada que movilice también los pasivos que tenemos en el conglomerado. Que se una y se compacten al reclamo para los cambios hacia un sistema democrático representativo y propositivo que tenga capacidad de convencer la bondad de la oferta política que propone.