*** Ucrania y Venezuela demuestran que sin sinergia entre ayuda internacional y lucha popular, la derrota del totalitarismo es cuesta arriba, considera el autor.
A pesar de la polémica generada alrededor del tema de las sanciones internacionales, en la actualidad, de hecho, se ha dado un consenso en occidente sobre la necesidad de imponer sanciones a Rusia por su invasión a Ucrania. Y no es para menos. La democracia, la verdadera autodeterminación de los pueblos y por ende la soberanía ucraniana está en juego. Pero además y muy importante, en Ucrania se está luchando por la libertad y el derecho a la democracia que tienen las sociedades.
Mala hora escogieron algunos ilustres venezolanos para pedir el levantamiento de sanciones al régimen de Maduro. Que ahora está secundada por los llamados “demócratas progresistas” del Congreso norteamericano. Peticiones, por cierto, que tienen mucha justificación frente a la crisis humanitaria que vive el país; crisis que no ha sido producida por estas sanciones o la caída de los precios del petróleo, sino, por el empeño del régimen venezolano de imponer un modelo que ellos llaman de socialismo del siglo XXI, el cual ha devastado la economía y disparado la pobreza a niveles catastróficos.
La base de ambos razonamientos es que las sanciones no han servido para nada, pues luego de más de un lustro de aplicarlas, Maduro sigue en el poder. Y si se ha movido ha sido menos del 10% -porcentaje de acciones que piensa vender de las empresas estatizadas-. Pero se olvida que las sanciones sólo son parte de una ecuación y que del otro lado está la necesaria acción de política doméstica de los demócratas venezolanos, que tampoco ha sido muy eficiente. Se requiere una sinergia entre ambas para que se tenga el efecto esperado.
Al final nos encontramos con la historia del Rey Salomón y las dos madres que se disputaban a un niño. La madre mala estaba dispuesta a que lo mataran antes de devolverlo, y la buena prefirió entregárselo a la mala para que no muriera. A Dios gracias, el rey Salomón dictó sentencia y entregó el niño a la madre buena. Pero ni Trump tomó ni Biden tomará el rol del Rey Salomón -no habrá invasión de los marines-, así que los demócratas venezolanos deberán luchar contra la “madre mala” para recuperar la Venezuela democrática. Al “pranato”, es decir, este régimen delincuencial que nos gobierna, le importa un bledo la crisis humanitaria que viven los venezolanos. La madre buena ya hubiera entregado el poder para salvar al niño.
La guerra en Ucrania no la ganarán las sanciones por sí solas. Pero sí han creado las condiciones para que la lucha a brazo partido de los ucranianos pueda tener éxito y evitar que esa nación caiga bajo la bota rusa. Las sanciones puede que no sean decisivas, pero crean, junto a otras ayudas internacionales, condiciones para que la lucha por la democracia sea posible y ganable. Pero sin el otro lado de la ecuación, es decir, sin un pueblo motivado para emprender una lucha, su efectividad se reduce. Por esto, el argumento de que las sanciones no han servido, pues Maduro sigue en el poder, debe ser matizado; en especial cuando no se observa tener un pueblo suficientemente motivado para dar la lucha.
Las opiniones publicadas en Zeta son responsabilidad absoluta de su autor.