En la Venezuela de este mes de octubre, son múltiples las señales de lo que viene y sólo basta observar, tomar nota y sacar conclusiones.
Antes de cualquier otra consideración, lo primordial sería que los venezolanos ya decidieron enfrentarse al desafío del Consejo Nacional Electoral. Según las encuestas, los candidatos de la Mesa de Unidad Democrática tienen todas las de ganar en las urnas encumbrando a nuevos gobernadores. ¿Que harán lo posible desde el CNE para impedirlo? Por supuesto que sí. ¿Qué estos gobernadores electos después serán anulados como lo intentan con la Asamblea Nacional? Claro que habrá intentos. Es que a partir de los resultados, lo importante no será el gobernador que tendrá su pelea por ganar, sino la suma nacional de los votos que entrarán en la cuenta global y se podrá entonces incluir esa cifra como un factor poderoso para justificar lo que podría venir después. Igual como ya se incluyó la decisiva cifra de las víctimas caídas o encarceladas, en los meses anteriores. Igual como la opinión pública mundial se dio cuenta y debe mantener esa convicción, de que Venezuela está urgida de recobrar la democracia.
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Cada uno de los votos y actas, conforman una cadena, donde cada anillo, concatenado con el anterior y continuado tras el sólido tramo inicial forjado en los cuatro meses de resistencia en la calle, termina alargando la secuencia nacional e internacional juntas, que cerrarán el cerco. Basta observar cómo se engarza cada anillo con el anterior, para adivinar qué se hará con esa cadena.
Fuera del poder madurista, están actualmente dos importantes elementos de control: la Asamblea Nacional y la Fiscalía, ambos reconocidos por los principales organismos internacionales y por un sinfín de gobiernos de países mundialmente importantes. Además de esos dos, se estará ubicando la próxima semana en la OEA, el tercer poder que Maduro no puede controlar: el Tribunal Supremo de Justicia legalmente electo por la Asamblea Nacional.
Entre los tres, más la cifra de votación que seguramente será muy alta a favor de candidatos de la MUD el próximo día 15, estará disponible la clásica secuencia legal, para deponer a un presidente. El fiscal acusa, la Sala Plena del Tribunal Supremo de Justicia decide si hay mérito para enjuiciar, y el Tribunal procede. En el caso actual venezolano, si no me equivoco, la reconocida internacionalmente Fiscal Luisa Ortega Díaz es la que legalmente, ante los ojos del mundo, puede acusar y el Tribunal Supremo, el que ha sido reconocido internacionalmente y funcionará desde la OEA, es quien puede dar curso a la acusación. Dado que los mundialmente legítimos Fiscal y TSJ están fuera del país, ¿existirá un siguiente paso para entregar la acusación a un tribunal internacional? ¿Habrá luego una instancia policial internacional, para ejecutar la sentencia?
Por más que uno mira los hechos tales como se presentan, es imposible no darse cuenta que en ese juego, las piezas toman su lugar y empiezan a encajar. Tampoco puedo evitar la sospecha, de que la principal pieza/motor que permite el funcionamiento del conjunto, será la certeza de contar con una mayoría sustancial de la población a favor de las decisiones que se tomen. De allí, salvo que me equivoque o esté mal informada, si hay una presión poblacional expresada en cifras de votos, supongo que ni siquiera será necesario esperar la fecha hipotética de las próximas elecciones presidenciales de 2018, porque no veo cómo podría la economía permitir que la población siga soportando no solamente lo que ya sufre, sino lo que le viene con una inflación totalmente descontrolada.
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No sé. Quien no comulgue con esa manera de pensar, lo escucho. Simplemente, observación diaria mediante, es así como veo las cosas.