Mientras los venezolanos vivimos zambullidos en lo doméstico y cotidiano, y nos peleamos por lo que se debe hacer en lo electoral, existen poderosas fuerzas externas que nos condicionan, que muchas veces pasan desapercibidas y frente a las cuales no se tiene una política clara.
El cambio internacional
En los últimos tiempos hemos visto como el continente se ha dividido entre los que apoyan y los que rechazan al grupo que nos gobierna y cómo esa lucha ha evolucionado en la formación desde grupos informales en la OEA hasta la creación del Grupo de Lima. En esto, la elección de una Asamblea Nacional opositora ha sido clave al representar frente al mundo esa mayoría que quiere un cambio profundo en Venezuela. Nuestros diputados se han movido con éxito en el cambio de posición de la comunidad internacional frente al chavismo. Ya la época de celebrar al enfant terrible o al buen revolucionario que representó Chávez y que quiso seguir disfrutando Maduro, pasó.
En estos cambios ha sido clave la resaca de la marea rosada que tiño a Latinoamérica: comenzó con la derrota de los Kirchner en Argentina, fue seguida de la salida de Dilma Roussef en Brasil y coincidió con el viraje de la política internacional de EE.UU. con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca. Hoy por hoy es occidente- incluyendo Europa- que en su gran mayoría adversa al grupo gobernante aunque todavía permanece una minoría que lo apoya. Estos últimos, producto del trabajo de la Venezuela chavista en articulación con los países, partidos y movimientos políticos afiliados al Foro de San Pablo, la mayoría de ellos usufructuantes de Petrocaribe y la ALBA.
Más allá
Allende occidente, el chavismo articuló una serie de “alianzas estratégicas” con Rusia, China e Irán, así como con una serie de países abiertamente antinorteamericanos tales como Siria, Bielorrusia, Zimbabwe, Vietnam y Corea del Norte, junto a muchos países árabes como Libia y Argelia que forman lo que hemos denominado el Club de los Totalitarios, pues en su mayoría son regímenes dictatoriales. Esas alianzas han sido muy útiles a Maduro, pues junto a Petrocaribe, la ALBA y los miembros del Foro de San Pablo, han conformado un anillo de sostenimiento de su gobierno.
Pero esto iría más lejos, pues “hay fuerzas del exterior que están controlando la situación dentro de Venezuela y también en la región”, según Joseph Humire, director del Center for a Secure Free Society, ubicado en Washington. Ellas serían, además “…Cuba, principalmente Irán, Rusia y China … Ellos la llaman una Fuerza Multipolar. Principalmente Cuba, Irán y Rusia están manejando la situación del día a día”. Para ellos, Venezuela “representa una posición geoestratégica en el hemisferio occidental, entre norte y sur América”.
Humire señala que uno de los principales actores, más que China y Rusia, es Irán y sus intereses en Siria. En esto el agente clave es Hezbolá o “Partido de Dios”, grupo terrorista de origen libanés, apoyado desde el principio por Irán, que actúa en Siria bajo los auspicios del gobierno de Bashar al Asad.
Y para “Irán y Hezbolá, Siria … es una zona logística, un puente entre los dos países (Irán y Líbano)…. Y… no van a dejar caer esa base logística”, lo que también es aplicable a Venezuela.
La Siria de occidente
De modo que Venezuela se ha convertido en una base logística de Iran y Hezbola, nos dice Humire, y al centro de esto estaría Tarek El Aissami, a quien promueven a la presidencia de Venezuela, por sus conexiones con Hezbolá y el Medio Oriente. Y nos advierte sobre el peligro de que nos convirtamos en la “Siria de occidente”. Afirma que son “los mismos actores que hicieron el conflicto en Siria…: Rusia e Irán. …y… están manipulando las circunstancias económicas y humanitarias en el país”, para impulsar una…“anarquía popular”, y llegar a una “guerra civil”, que favorecería a Irán/Hezbolá, pues la migración incontrolada les permite movilizar a sus operativos (terroristas) por el continente; a Rusia por la venta de armas; y a China por el control de Venezuela, argumenta Humire. Y llega a decir que hay una intención de forzar una intervención norteamericana: “Ellos quieren construir varios Irak por todo el mundo. Eso obligaría a EE.UU. a tomar decisiones difíciles, e intervenir”. Esto recuerda lo de “crear uno, dos, tres Vietnam” del Ché Guevara y la Tricontinental.
Quizás todo eso sea hilar muy fino. Lo importante es que hay cruciales intereses extranjeros que concurren en Venezuela y se articulan mundialmente. En la actualidad, por ejemplo, la posible guerra Israel-Irán está sobre el tapete.
Las luchas internacionales
No basta el trabajo doméstico de lucha contra el grupo que gobierna en Venezuela. La necesaria lucha internacional ya ha cambiado la perspectiva del mundo en cuanto a lo que representa este régimen dictatorial que ha llevado a Venezuela a una crisis humanitaria sin precedentes en la región. Muchos empiezan a darse cuenta que hace falta entender y promover acciones para procurar la ruptura de ese anillo de sostenimiento y esa urdimbre de intereses foráneos a fin de facilitar el cambio en Venezuela.
Hablamos de grupo gobernante y no de régimen por su articulación o alianza con fuerzas de carácter delincuencial. En ella participan venezolanos filocubanos chavistas, militares corruptos y Cuba, así como grupos guerrilleros como las FARC y el ELN, las potencias extra regionales como Rusia, China e Irán y los movimientos radicales islamistas, así como las bandas criminales locales e internacionales sin descontar los socios del Foro de San Pablo. Por eso la tarea no es solo doméstica.
Aquí lo grave es que mientras el Foro de San Pablo es el cordón organizador en la región y más allá está la mencionada “Fuerza Multipolar”, del lado de los defensores de la democracia apenas comienza a activarse una cierta coordinación con el Grupo de Lima y ahora un poco más con el periplo de Tillerson. Pero solo EE.UU. y Canadá han ido más allá de las declaraciones y acciones diplomáticas con sus sanciones específicas.
¿Guerra fría?
¿Es esto un nuevo tipo de guerra fría? Al menos los actores que protagonizaron la que se supone difunta, los vemos actuando nuevamente, solo que del antiguo lado comunista en cierta forma se notan organizados y articulados. De este lado, EE.UU. hasta hace poco parecía no darse por enterado, ni los países regionales tampoco.
Empero, con la administración de Trump estas cosas están cambiando. Mike Pompeo, director de la CIA recientemente declaraba sobre el peligro que representaba Venezuela: «Los cubanos están allí; los rusos están allí; los iraníes, Hezbollah están allí». “Existe el riesgo de llegar a un punto muy, muy malo, por lo que EE.UU. debe tomar esto muy en serio «.
Tillerson en su gira hablo de lo nefasto de los acuerdos con China y Rusia a quienes consideró actores hostiles. Lo probable es que la coalición que vino a estructurar el Canciller estadounidense tome en cuenta estos elementos que son cruciales para la vuelta de Venezuela a la democracia. Hay que convencer al mundo que no solo es un problema de derechos humanos, crisis humanitaria y democracia, sino que las fuerzas que antes se oponían a occidente durante la guerra fría gravitan en la crisis venezolana y pueden cambiar el tenor de la región si consiguen controlar al país eje del Caribe.