Por Alfredo Conde
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Gilber Caro, diputado a la Asamblea Nacional por Voluntad Popular y su pareja, Steyci Escalona, activista en pro de los DD.HH. y cofundadora de la ONG Venezuela Somos Todos, entrevistados para Zeta por Alfredo Conde, contaron lo que vivieron desde que fueron detenidos por el Sebin, hasta que fueron liberados, pero con medidas cautelares.
El diputado Gilber Caro y su pareja la activista de los Derechos Humanos, Steyci Escalona, se convirtieron en emblemáticos presos políticos por las circunstancias que originaron sus encarcelamientos y la conmoción que causaba en las redes sociales cada vez que la opinión pública conocía lo que ellos vivían tras las rejas. Ambos fueron apresados el 11 de enero de 2017, en el estado Carabobo. Ella fue liberada el 24 de noviembre de 2017 y él abandonó la cárcel el 3 de junio de este 2018, con medidas que le impiden el ejercicio pleno de su libertad. Hoy, Steyci y Gilber, cuentan su historia para los lectores de Zeta.
-¿Cómo sucedió en líneas generales el hecho en que resultaron detenidos?
Steyci: -Habíamos ido de vacaciones, como todos los años. En 2017 no fue la excepción, decidimos recorrer el Táchira, decidimos ir por Barinas y estando en Táchira, quisimos conocer lo que estaba pasando en el paso de la frontera Venezuela-Colombia porque habíamos oído decir tantas cosas, pero queríamos vivirlo para poder solidarizarnos o sensibilizarnos un poco más por lo que estaba pasando.
-Pasamos la frontera –continúa Steyci-, compramos medicamentos, alimentos para nuestras familias, porque ya yo me iba otra vez de regreso al extranjero y como la familia no tenía medicamentos queríamos aprovechar la oportunidad de comprar las cosas que no conseguíamos aquí en Venezuela. Gilber hizo una denuncia por la corrupción que presuntamente estaba cometiendo el gobernador de ese momento, (José) Vielma Mora, por lo que estaba pasando en la frontera, las calamidades, las persecuciones que vivían las personas que pasaban el puente Simón Bolívar. Luego, en la madrugada, recibimos un mensaje, estaban pasando un cadena donde había una orden de detenernos en cualquier alcabala. Cuando Gilber me lo comenta, a mí me pareció no creíble porque no habíamos hecho absolutamente nada, solamente teníamos alimentos y medicinas en nuestro poder.
-Nos dijeron tomen sus previsiones, no se devuelvan por el mismo lugar por el que se fueron y allí decidimos irnos por Mérida. Pasamos por varias alcabalas, en una nos pararon para inspeccionar el carro, pero no pasó nada. Descansamos en Mérida, conocimos un poco, fuimos al teleférico. A los días seguimos hasta llegar a Carabobo. Lo hicimos a medianoche y decidimos no continuar hasta Caracas porque teníamos problemas con el vehículo y no queríamos correr el riesgo de quedarnos accidentados en la autopista porque era peligroso. Cuando estamos allí decidimos pedir auxilio a uno de los chicos del partido (Voluntad Popular), y él nos ubica en un hotel.
-Al día siguiente –agrega Steyci- nos reunimos con el mismo compañero de VP en el hotel, desayunamos, conversamos la situación del país, pero fue algo muy corto. Ya cuando salimos pasamos el peaje en la entrada de Naguanagua, en ese momento yo me venía tomando un medicamento y veo que Gilber comienza a bajar la velocidad y se mete por un canal de vehículos de carga pesada. Le dije: “¿cómo te metes por aquí?”. Me responde que no había paso y es cuando veo que en todos los otros canales había conos naranja y cuando alzo la mirada veo que todo estaba negro… Eran muchos, como 20 o 30 funcionarios vestidos de negro. Como ya veníamos preparados en caso de que algo sucediera, lo primero era notificar la irregularidad a algunas personas, tuvimos tiempos de notificarlo. Después nos aborda un funcionario, le pide a Gilber sus credenciales, quien las muestra y se identifica como diputado. Yo estando al teléfono con una abogada le decía lo que estaba sucediendo y me dijeron que él no podía bajar del carro, el es diputado, tiene inmunidad por lo tanto no puede bajarse del carro, me recomendó. Yo se lo hice saber al funcionario y le dije él es diputado, no se puede bajar. El funcionario dice que se tiene que bajar, que no va a pasar nada, que es algo muy rápido y Gilber dice bueno vamos a colaborar, Steyci, si eso va a ser rapidito.
-¿En ese momento qué te dice el funcionario?
Gilber: -Hay una frase muy nefasta que es que “ellos cumplen órdenes”. De allí en adelante se dijo públicamente al país que nos acusaban de una sustracción de cosas pertenecientes a las Fuerzas Armadas, pero en verdad ellos nos dicen que vienen persiguiendo un vehículo con esas mismas características y ahí, para no dar más detalles, porque tengo prohibición judicial de hacerlo, me llevan a la comisaria del Sebin de Naguanagua, donde ellos estaban muy preocupados por mi inmunidad parlamentaria, porque yo no podía permanecer ningún momento en una comisaría sino, en dado caso de que yo fuese capturado en flagrancia, tenía que ser llevado a mi casa, como lo dice el artículo 200 de la Constitución. Pero no lo hacen. Me dicen que Steyci sí puede permanecer en ese lugar detenida, yo les dije que por favor la soltaran, que el político era yo y que si venían con una intervención por ser político por medio de Leopoldo López o por Voluntad Popular, yo asumía la responsabilidad.
-A ella no la sueltan –dice Caro ante el mal recuerdo-, la dejan en la comisaría y a mí me llevan a un círculo militar y me meten en una habitación como un hotel. Ahí dure 10 días incomunicado, esto fue público y notorio. No me presentaron a las 48 horas como debía ser. Luego me llevan a San Juan de los Morros en donde el comisario del Sebin llegó con una cámara. Yo le dije: “Ah, tú me vas a trasladar” y me responde. “¿Cómo sabes?”. Y respondo: “Porque vienes con una cámara y me vas a grabar cuando me saquen”. Luego me dijo que iría para El Helicoide y eso me puso un poco algo contento, porque sabía que en Caracas tenía un mayor margen de maniobra en cuanto a ser asistido por abogados y el apoyo de mi gente. Le dije al comisario que me llevara al Sebin para despedirme de Steyci y ver cómo está. Cuando me llevan al Sebin y me despido de Steyci, a ella la llevan otra vez a la celda. Fue ahí cuando el comisario del Sebin me dice que no voy a El Helicoide de Caracas sino para la cárcel 26 de Julio de San Juan de los Morros. Contrariado le digo que cómo me va a llevar a una penitenciaria sin una orden privativa de libertad y le advierto que no me han presentado en un tribunal. Inmediatamente, le exijo que saque de nueva a Steyci para poder avisarle que no me van a llevar a El Helicoide sino a San Juan de los Morros. La sacan y le digo y ella solicita hablar con su jefe, pero le comunican que no está, Ella replica y les dice que “ahí está la camioneta”, pero señalan que si ella va a poner en duda su palabra. Yo, molesto, digo que no, que la duda la está poniendo él por decirme que me va a llevar al Sebin y que me está llevando es a San Juan. “Tu palabra queda en duda, porque me estás llevando a una penitenciaria, donde hay pranes y yo soy diputado, me van a exponer, soy funcionario público”. Luego le dije que me llevara que así es que se hacen los hombres. Me montan en el Jeep y me llevan a San Juan. En el camino iban hablando conmigo, ellos decían: “ya Freddy Guevara está tuiteando vamos a ver si lanzan una contraorden y te regresan”.
-Los que me llevaban iban lento –prosigue su relato Gilber Caro-, porque era notorio que no querían trasladarme a una penitenciaría, porque sabían que era una injusticia. Cuando llego allá está un director -que luego me enteré que cayó preso-, y me dijo que me estaba esperando, que la ministra le dijo que tenía dos días esperando mí traslado. Me rasparon la cabeza, me uniformaron de azul, que fue aquella foto que dio la vuelta al mundo que yo salgo comiéndome una arepa. Eso sí, quiero decir que llegué con mucha hambre y bueno, una arepita dulce con queso que le encanta a todo el mundo, no la iba a despreciar. De hecho durante esos 10 días me ponía a echarle broma, que yo tengo un gallo candidato presidencial que es Leopoldo López y ellos decían “su gallo es un político que ahorita está preso” y bueno me gane la confianza de los funcionarios en esos 10 días.
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-¿Steyci, de qué te enterabas tú, qué sentías, qué te decían mientras Gilber vivía ese proceso?
Steyci: -Cuando nos separan el primer día, yo imaginé que iba a ser algo muy rápido, de hecho le dije a Gilber que estuviera tranquilo que en dos días yo tenía que regresar, ya tengo mi boleto de avión, así que esto pasará muy rápido, todavía no sabía qué era lo que estaba pasando y los funcionarios me dijeron en un tono burlón que tranquila, que ellos me pagaban la multa por no viajar. Fue cuando pensé que esto iría para largo. A él le dicen que tranquilo que yo iba a estar en muy buenas condiciones allí. Me llevan a una celda muy horrible y había una señora allí. Lo único que me permitieron fue tomar una toalla que yo tenía conmigo en la maleta. No tenía ni dónde dormir, no podía dormir con mi compañera porque, luego que estás en ese lugar, aprendes que todo tienes que ganarlo. No es que llegas y te dan una colchoneta, no. Dormí en el piso casi dos semanas. En ese tiempo me decían muchas cosas dando entender que Gilber sí traía ese armamento y explosivos le señalaban, que andaba en un plan para desestabilizar al país; mientras yo les decía que no, que el andaba conmigo y que sabía bien de todo lo que había en el carro… Eso era todos los días.
-Las requisas eran a diario– cuenta la activista de VP-, cosa que no entendía porque a mí no me permitían hacer nada. Todas las madrugadas y luego como 5 veces al día me revisaban, entraban a la celda, no me dejaban dormir. A los dos días a mí sí me presentaron ante los tribunales. Allí pregunté dónde estaba Gilber, porque yo no tenía mucho conocimiento sobre el tema jurídico, pero sí sabía que nos habían detenido, y yo supuestamente era cooperadora de alguien y yo tenía que saber quién era ese alguien, pues solo me dijeron usted colaboró, pero yo no sabía con quién. Decìan que no me preocupara por Gilber, que lo de él venía después, pero jamás pensé que pasarían cinco meses para que él apareciera en un tribunal.
-Yo no tenía visitas ni de familiares ni de abogados –apunta -, tenía problemas con la comida porque no me la daban a tiempo. Ellos intentaban jugar con el tiempo y para perturbarme al darme la comida a deshoras, pero yo sí podía ver la luz, no me podían engañar. Era más para debilitarme, para que estuviera anímicamente mal, porque en las madrugas a veces me sacaban, me despertaban a las 2:00 am para hacerme una entrevista, para tomarme fotos y siempre con lo mismo: “él si lo tenía (explosivos), era un plan, lamentamos que él te haya engañado y te haya metido en esto”. En ningún momento dude de Gilber, porque ya sabemos un poco del juego que ellos tienen.
-Steyci: -A los 5 meses fue que logré ver a Gilber y lo presentaron igual ante un tribunal militar –apunta la activista de Derechos Humanos-. A mí cuando me presentaron me llevaban a las audiencias pero obviamente no la hacían, porque no estaba la otra persona, y en cada audiencia siempre reclamaba el tema de Gilber, aparte de que era la única oportunidad de saber cómo estaba él. Fueron cinco meses en los que no sabíamos nada de él ni de sus condiciones.
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Gilber: -Como todos saben –apunta el legislador-, yo nunca negué mi pasado, yo estuve preso en el Cuartel de Catia, conocí desde niño las cárceles y ahora, en esta oportunidad, la 26 de Julio. Fue para mí un choque emocional porque me retrocedían 15 años atrás. Yo había salido el 22 de agosto del año 2002, salí de El Rodeo con una medida alternativa de libertad, lo que coloquialmente llaman beneficios. Salgo a la calle a trabajar. Yo duré 10 años, hasta el 2012 visitando las cárceles y nunca deje pues, de alguna manera, ir a disfrutar de algo, sino que me dediqué a mi trabajo. En la 26 de Julio, desde ese 2002, yo nunca había pisado una cárcel siempre me mantuve con respeto a las leyes y a las normas. Siempre que se obedezca la ley de Dios y de los hombres no vas a tener ningún tipo de problemas y hacia eso me dediqué pero te das cuenta que en tu país la ley del hombre falla.
-En esta ocasión, como preso político, me llevan a la 26, me meten en una celda con muchos gusanos, y esa noche luego que me uniforman, dijeron que sacarían a cuatro personas de la celda. Y dejan a uno, un muchacho apodado «Pope». Dejan a ese muchacho allí, a mí me causo impresión porque ¿cómo que sacan a cuatro y dejan a uno, será que ese muchacho es muy malandro o qué? Él tampoco durmió porque se preguntaba lo mismo. Los dos estábamos en la misma celda de 22 lápidas de cemento y los custodios nos pasaban por el techo, algo así como en Guantánamo. Esa noche no me dieron una colchoneta como dice Steyci, ni sábanas ni nada.
Recuerdo que un custodio me regaló una colchoneta. A las cinco de la mañana escucho un toque de diana y unos tambores y aquella lápida temblaba. Eran las 7:00 de la mañana. Comenzó una música, una salsa baúl, sentí que retrocedí a los años ´90 y eso me chocó mucho.
-Estando allí –continúa- duré cuatro meses sin salir, sin ver el sol, sin hablar con nadie, sin poder llamar a mi hija el día de su cumpleaños… Mi abogada (Theresly Malavé) fue la primera persona que me vio, y solo 15 minutos… Quiero aprovechar este medio para dar mi reconocimiento al doctor Ramón Flores, hoy presidente del Parlamento Amazónico y un gran defensor de los Derechos Humanos, al igual que al doctor Carmona, quien también estuvo allá y al doctor Tony Marval, que igualmente me vio, pero la primera en hacerlo fue mi abogada.
-Al principio yo tenía ese shock y es que de alguna manera me querían bajar la moral. Hice una llamada a Steyci y ella me dijo. “¡Nada nada de lágrimas, nada de doblegarte, con fuerza! Ella me hacía llegar cartas y me decía fuerza, resiste. Claro, saber que ella estuviese fuerte me daba fuerzas a mí aunque a veces uno siente quebrarse.
-En San Juan estaba aislado. Me sacaban una hora al patio, de vez en cuando, realizaba trote estacionario y me dedicaba a hacer otra serie de ejercicios, pero me era muy difícil. Mi visita la vi a los dos meses. Eso sí, la alimentación en esta cárcel fue relativamente buena, yo no puedo decir que fue una alimentación mala. Pero en los últimos tres meses fue muy difícil la alimentación tanto que el mundo entero vio que yo salí descompensado. El informe médico arrojó un cuadro de desnutrición; perdí 18 kilos de masa corporal. Tras estos cuatro meses, me despiertan en la madrugada y me llevan el 1º de mayo a la cárcel de El Tocuyito Fénix, en Carabobo.
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-¿Steyci ese mismo proceso de alimentación, cuál fue el trato que recibiste tu, cuánto tiempo estuviste presa?–preguntamos.
-Yo estuve presa 10 meses y dos semanas. En principio la comida sí era complicada porque no permitían que mi familia me llevará comida, pero tampoco me daban. Los otros detenidos me ayudaban muchísimo con eso, eso fue durante los primero cuatro días algo así. Luego si dejaron que mi familia me pasara comida pero ellos me la daban fría, toda junta al final de la tarde. Por supuesto, eso te descompensa mucho, uno llega a perder las ganas de comer, de pronto te causa mucha ansiedad, la incertidumbre, saber qué va a pasar, el no saber si tú familia está afuera, si tus amigos están pendientes, porque una de las cosas que nos decían era que nadie te había ido a visitar, que nadie había ido a apoyar al diputado. Yo sabía que era mentira porque minutos antes de la detención avisé lo que estaba ocurriendo.
¿Ustedes no tenían conocimiento del escándalo que había producido en las redes sociales sus detenciones?
-No, no sabíamos nada porque estábamos incomunicados. A las dos semanas fue que pude ver a la abogada durante unos 20 minutos y ella me dijo que no iba a pasar nada, que estuviese tranquila. La próxima visita de mis familiares fue a las tres semanas. Pude ver a mi papá en una sala especial donde nos grababan con dos y tres funcionarios dentro de la sala, por supuesto era incómodo conversar. Yo me sentía muy fuerte, pero había momentos en los que hay que drenar para poder seguir; entonces yo no quería drenar frente a ellos y también era eso de no saber qué estaba pasando con Gilber. Me preocupaba desde el primer día que el ensañamiento era directamente contra él y me preguntaba qué iba a pasar con él, si a mí me están diciendo que él tenía esas cosas (los explosivos), a él posiblemente también lo estén torturando con eso, qué puede estar pensando él de mi situación, aunque sé que él sabe quién soy yo.
Dicen que detrás de cada gran hombre, hay una gran mujer. ¿Cómo supiste que Gilber podía sentir algo de flaqueza¨: sabías algo o era solo preocupación?
-Sabía que Gilber la estaba pasando muy mal porque yo estaba allí presa, porque desde el primer día Gilber siempre les pidió a ellos en pleno procedimiento que me dejaran ir, que yo no soy política, que el político era él. Y ellos dijeron que tranquila que solo era un procedimiento.
-¿Sufriste tortura física, psicológica..?
– Sufrí solamente tortura psicológica, mi familia, todos. Era la única manera que ellos utilizaban para tratar de doblegarme o tratar de sacar información que por supuesto nunca obtuvieron. Lo que me preocupaba era eso, qué le podrían estar diciendo a Gilber. La están torturando, la metieron en una sala de castigo y como ya él conocía el sistema penitenciario, se podía imaginar también que me estaban llevando a una cárcel común. Ese era mi temor porque era lo que ellos me decían, si no hablas te vamos a mandar para el INOF y allá hay mujeres que te harán «cariñitos».
-Yo siempre pensaba en Gilber –añade-, porque sé que le preocupaba muchísimo mi situación y que si conmigo eran así, no podía imaginar cómo eran con él por ser hombre y por ser un político.
UNA CONDENA A CAMBIO
DE LA LIBERTAD DE STEYCI
-En tu caso Gilber, padeciste tortura psicológica o física ¿Hubo maltrato?
-Como dice Steyci, en mi caso me respetaron físicamente, pero hay algo más grave que una tortura, y es que nosotros somos inocentes. De hecho, todo el país sabe que nosotros no íbamos a ir desde Caracas a San Cristóbal a buscar armas. Desde San Cristóbal a Caracas hay aproximadamente 40 alcabalas, no vas a pasar esas alcabalas para hacer algo ilegal, es insólito. Yo creo que el tema que Steyci toca de torturarnos por el uno y el otro, es muy duro. A mí en un momento me pidieron que admitiera esos hechos de algo que no es mío y que si lo hacía a ella la iban a soltar. Y eso fue tortuoso porque se debe tener una posición de hombre, de valentía ante una propuesta semejante, porque es la libertad de un ser inocente. Yo estaba dispuesto a que me condenaran a 30 años a cambio de que soltaran a Steyci, y ella lo sabe desde el primer momento, porque se lo dije, “no me importa cuántos años sean siempre y cuando tú salgas”. Sin embargo ella me dijo, “si tú admites un delito que no has cometido, olvídate de mí, no cambies tu dignidad por mi libertad, yo me quedo y aguanto, no admitas nunca eso”. Y eso creo que superó la tortura de esa propuesta tortuosa, valga la redundancia.
Steyci: –La verdad es que era una propuesta jurídicamente muy apetitosa porque después de estar allá, de casi 9 meses de estar presentándome en tribunales y que en cada audiencia no había una respuesta, que la orden de arriba es un mes más, que tú vieras que a través de una llamada se decidía qué iba a pasar con nosotros, por supuesto eso te indigna, te da impotencia, no sabes cuánto tiempo va a ser, no sabes cuánto tiempo vas a pasar en esas condiciones.
-Cuando le proponen a Gilber que admita los delitos y le bajan la pena y yo salgo en libertad plena, eso no hay ni que pensarlo, el tiene que hablar primero conmigo porque yo no quiero saber nada de él si llega a admitir. Primero porque como él dijo, somos inocentes y no podíamos caer en el chantaje del gobierno y también era pensar en nuestros compañeros que estaban tras las rejas, pensar en nuestro partido político, porque si bien es cierto que el gobierno nos ha acusado de terrorismo, no tiene pruebas de nada, porque no hay delito alguno. Entonces que un diputado del partido admita, es darle la razón al gobierno.
-Sería una persecución contra el partido –añade- y vamos a perjudicar también a los que allí estaban. Aparte nosotros contamos con mucho apoyo de diferentes ONGs a nivel internacional, lo que se traducía en también poner en duda la veracidad y credibilidad de estas organizaciones. Por eso le dije a Gilber que si admitía se olvidara de mi y no me hablara más nunca, porque yo había aguantado, que confiara en mi que yo resistiría, que físicamente nunca me tocaron… Pero a veces me sacaban a la cancha donde había más o menos 70 funcionarios, me decían una cantidad de barbaridades y yo no encontraba algún lugar donde mirar para aguantar la molestia, para no caer en sus insultos. Dios no le da carga a cualquier tipo de personas y nosotros vamos poder, pero no vayas cambiar tu dignidad por mi libertad, dije a Gilber Al final igual eso era una trampa, si admitía iba por los 30 años y me arrastraría a mí, de verdad no valía la pena, no era lo justo ni la verdad.
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-En todo ese tiempo que estuvieron presos, ¿las esperanzas de salir de la cárcel se desvanecían, sentían que si era probable con base en lo que les dijeran los abogados o perdían esas esperanzas?
Steyci: -A mí particularmente me pasó que eran más los días en los que pensaba que no iba a llegar la libertad, porque yo sí tenía un poco más de comunicación, me refiero a que mi familia iba regularmente a las visitas y me mantenían informada de todo. A veces habían acciones en la calle que yo sentía que nos cerraban más las puertas, pero siempre igual con la esperanza, aunque fuese pequeña, de que en algún momento eso iba a pasar, porque no iba a ser eterno. Aparte de ese yo estuve presa cuando ocurrió lo de Fuerte Paramacay y eso me dio muchísima esperanza, saber que allí también hay gente que está luchando y arriesgándose por nuestra libertad y que no era el único grupo que lo tenía pensado.
-Siempre escuchaba por mis abogados que estuviese tranquila. En dos oportunidades me vestí porque supuestamente llegaba mi libertad, quiero que todos vean que estoy bien y que ellos no pudieron conmigo, me decía. De hecho, a la semana de estar allí ellos me dicen, Steyci, tenemos permiso para pasarte una sola cosa y yo les dije una plancha de cabello, ellos me preguntaron que si de verdad eso era lo que yo quería y les dije que sí, porque yo quería sentirme bien dentro de ese lugar y demostrarles que yo estaba muy fuerte.
-El cuento de la celda es que era muy oscura y olía muy mal –continúa Steyci Escalona-, porque en el baño había un hueco que era por dónde pasaba todo. Sufrí mucho de la piel por las bacterias, la humedad, porque la celda quedaba en un lugar donde todo el día daba el sol y no teníamos aire, la celda tenía una reja y una puerta y no podíamos abrir la puerta porque ellos no querían que los empresarios y la gente que pasaban por ahí se dieran cuenta que habían detenidos. El mal olor y el calor eran insoportables… Tuve muchas lesiones en la piel, en la espalda y en la parte baja, tanto que estuve como tres meses sin poder dormir boca arriba. Recuerdo que desde el principio pedía poder tapar el hueco del baño. Cuando tuve visitas de mi familia les comenté lo que estaba pasando y ellos me decían que buscaríamos la manera de solucionarlo. Hice una carta pidiendo que me permitieran ingresar «eso» para tapar el hueco. Pasaron como 5 meses me dan la buena noticia de que para mi cumpleaños ellos me iban a permitir un galón de pintura que mis amigos me habían enviado. Yo feliz porque decía que me iban a traer algo claro, porque la celda era muy oscura y yo quería sentirme dentro de todo un poco más tranquila y mejorar mis condiciones allí.
-Recuerdo que lloré de la emoción cuando me llevaron el galón de pintura. Mi papá también lloró mucho y se emocionó porque el decía que es primera vez que me emocionaba por un galón de pintura, yo le dije que allí se aprende a valorar muchísimo. Llego emocionada a mi celda a pintar y recuerdo que llegó uno de los jefes de allí y me dijo «mira presa no estés aquí acomodando tanto este lugar que esta no es tu casa y ya estamos tramitando todo para que te largues de aquí». Dentro de mi dije que él no me iba a quitar mi alegría de pintar la celda y le dije que mi visión siempre ha sido reconstruir el país y si tengo que empezar desde esta celda pues lo voy a hacer.
EL SUFRIMIENTO DE LA FAMILIA
-¿Qué sentían los familiares, qué les comunicaban?
Steyci: -Mi familia no sabía qué tan de lleno estaba yo metida en la política, porque ellos no tienen nada que ver con la política. Sí sabían que yo andaba en cosas así fuera del país pero no se imaginaban esto. Lo primero que les dije fue que no quería ver llorar a nadie y mi familia fue muy muy fuerte, siempre mantuvieron su espíritu de lucha, se mantuvieron de pie, nunca escuché una queja, siempre tranquilos, “dinos qué quieres”, planificamos qué actividades había que hacer. Yo les decía que se mantuvieran tranquilos que esto iba a pasar, luego les tocará a ellos, le dije a ese jefe cuando me habló del tema de la pintura: “hoy me toca a mí estar aquí pero mañana puede ser usted y yo quiero que lo reciban en las mejores condiciones, seré una de las primeras en exigir que sus DDHH sean respetados” y él me dijo de todo, me insultó.
-Yo entendía la preocupación de mis familiares, porque todos saben cómo es el sistema. En nuestro caso no tienen ninguna prueba solo un audio de Gilber con Lilian donde ni me mencionan, entonces es obvio que a ellos les causa impotencia el saber que yo estaba enferma, que sangraba la espalda y ellos no me podían llevar un medicamento porque no se lo permitían, porque la orden de Caracas era que no me viera ningún médico.
-Mis familiares se mantenían fuertes pero sufrían –dice Steyci con un ademán de fortaleza e integridad-, la impotencia te invade y hay momentos en los que tienes que drenar. Tenía problemas del estómago y no me podían pasar un protector gástrico, si me pasaban una comida especial nunca me llegaba, lo poco que me enviaban no me llegaba. Pienso que nuestra familia lo supo manejar, nunca cayeron en sus provocaciones… Eso sí, a mi familia nunca intentaron manipularla.
SITUACIÓN ACTUAL
-¿Cuál es el estatus actual que tienen ustedes?
Gilber: -Hay unas condiciones y esas se las dejamos a nuestros abogados, no quiero detallarlas acá, porque no me está permitido. Lo único que quiero resaltar es que a pesar de todo nosotros estamos en la calle, hay quienes están presos o tienen casa por cárcel y por eso creo que la libertad de Leopoldo López es importante porque ya la casa por cárcel le queda pequeña. Y está Lorent Saleh, están más de 385 presos políticos. Las condiciones de nosotros es que estamos «libres» pero hay personas que no, incluidos militares institucionales, personas del 11S. Hay que reconciliar al país demostrando que estas libertades se pueden dar, por lo cual pedimos al gobierno que tome en cuenta a todas estas personas, que se reconozca el trabajo de los abogados de quiénes también intermediaron, los gobernadores que alguna manera lograron que estuviésemos acá.
-La Constituyente tiene una comisión de la verdad ¿ustedes esperan algo de eso?
-Yo creo en lo que dice la Constitución del año 1999 donde no hay reconocimiento sino a nuestra Asamblea Nacional –apunta con firmeza Caro – yo lo único que espero es que nosotros como políticos podamos transcender a las mentiras y la falsedad porque nosotros no cometimos nada, ningún delito, es decir, no tenemos que esperar algo o no, simplemente esperamos que la verdad salga a la luz pública, y yo estoy seguro que la posteridad reivindicará nuestra inocencia, estoy 100 % seguro. Lo que esperamos es del pueblo de Venezuela, que sea Constituyente o sea Asamblea Nacional, todos los cargos pasan por elección popular y si hay algo en lo que estamos claros es que en el 2015 nosotros ganamos con 14 millones de votos una Asamblea Nacional. Es la única institución que reconozco como un Poder Legislativo que controla e investiga, de hecho esa Constituyente se había dicho que fue electa en julio para que en unos meses presentara algo que hoy en día todavía no se ha presentado, redactar una nueva constitución o modificar algunos aspectos de la actual. Yo creo que nosotros esperamos seguir trabajando y estamos acá para que el país conozca un poco de primera mano nuestras vivencias.
-Steyci y tu como activista de defensa de los DD.HH. de los presos políticos, ¿qué actividades tienes prevista?
Steyci: -Soy cofundadora de una ONG que se llama Venezuela Somos Todos y es una ONG internacional. Siempre estamos visibilizando los casos de Venezuela en DD.HH. ante las instancias internacionales correspondientes. Estoy trabajando en un proyecto de acción social para todos los venezolanos, que realmente lo necesitan, haciendo acompañamiento a los familiares de presos políticos porque después de pasar esto, sabemos lo fuerte que es, sabemos lo importante que es el apoyo que esas personas necesitan.
-Yo confío y espero que pronto hayan nuevas liberaciones porque al gobierno no le conviene seguir teniendo presos políticos, pues porque no han logrado el objetivo que es el de doblegar a los que allí están, de hecho pienso que han logrado lo contrario y es que cada uno de los que han salido de allí, salen más fortalecidos, con muchas más ganas y compromiso de seguir luchando por el país y por los que están allí y luchando por los que también se fueron que también son importantes.
-Yo estuve 10 meses presa –concluye Steyci- y en ese tiempo muchos de mis amigos se fueron y no pudimos despedirnos, personas que no se querían ir. Estuve muchos años fuera del país y sé lo difícil que es vivir fuera de tu tierra, sé el trabajo que se pasa. Ahorita hay mucha desesperanza porque nos hemos tenido que despedir de muchos familiares que nunca pensábamos verlos lejos de nosotros, pero que sepan que nosotros valoramos el trabajo que ellos están haciendo, que son valientes los que se van y los que se quedan. Los que se van estoy segura que siguen luchando como todos mis compañeros que están fuera y se levantan todos los días pensando a que organismos vamos a ir, por quién vamos a pedir hoy su libertad, qué actividades vamos a hacer en pro de la libertad del país. Los reconozco a todos porque van a ser piezas muy importantes para la reconstrucción del país y mientras nosotros estemos aquí, vamos a tratar de que sea muy pronto, para que ellos se vayan preparando y estén listos para cuando llegue la hora de la reconstrucción, lo cual será pronto, porque el cambio político del país ya llegó.
-¿Ya llegó o viene el cambio?
Gilber: -El cambio lo estamos haciendo todos los días, cuando tú ayudas a alguien es un cambio, yo no necesito ser gobierno para hacer un cambio, que quiero ser gobierno para hacer un cambio político, sí, el cambio político viene porque es la alternabilidad de lo que pasa en el mundo. Creo que Venezuela necesita una renovación en la política y esa política tiene que hacerse escuchando las necesidades de la gente.
-La situación que está viviendo la gente es terrible, no solamente por los que comen de la basura, es absolutamente todo y cuando hablamos de los presos políticos yo creo que todos los venezolanos son presos, incluyendo al Sr. Diosdado Cabello, ellos mismos son presos de su maldad, de su mala política, pero nosotros los que estamos en libertad también estamos presos en problemas, porque ni siquiera tenemos la libertad de desplazarnos, de opinar en el caso de los periodistas a quienes agreden, todos somos presos en este país, pero la gente tiene esperanzas y esas esperanzas están puestas en los políticos.
-En 1960 John F. Kennedy, el presidente de los Estados Unidos, dijo, “no preguntes qué puede hacer el país por mí, sino pregunta qué puedo hacer yo por el país”.¿Qué le pides tú a los venezolanos que hagan por el país?
-Que sigamos de pié –sentencia Gilber para concluir su relato-, que no perdamos nuestra dignidad que es lo que el gobierno ha querido conseguir al obligarnos a hacer colas por todo para que de esa manera perdamos la esperanza. Confiamos en que hay mucha gente en la calle que posiblemente ellos no lo pueden ver porque los medios de comunicación están censurados, pero que sepan que hay muchísima gente trabajando por el país y que necesitamos que todos estemos en la calle, no esperando en casa que el político o el activista venga y me diga qué es lo que tengo que hacer. Sal tú a la esquina de tu casa, organiza a tus vecinos y busquemos soluciones juntos, que no tengamos miedo porque ya no tenemos más nada que perder. Sabemos que nos falta organización, compromiso y unidad para seguir avanzando, esa es la clave. Y la vamos a lograr…Le doy las gracias a Jesucristo que es mi señor, y basado en ese amor, Él nos ha iluminado para ser distintos y ayudar al prójimo. El amor y la fe hacen al hombre”.
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