*** La selva amazónica está saludable para Bolsonaro, no para Petro.
Por Ángela Betancourt
Durante su intervención en la Asamblea General de las Naciones Unidas, el primer mandatario de Brasil, Jair Bolsonaro, destacó la protección de la selva amazónica y elogió los progresos económicos de su país. Sin embargo el colombiano Gustavo Petro, hizo sonar campanas de alarma y sostuvo que no hay ”nada más hipócrita que el discurso para salvar la selva”.
Las discrepancias expresadas entre ambos reflejaron visiones latinoamericanas contrastantes no solo respecto a la Amazonía sino en torno a los modelos de desarrollo. Bolsonaro, que busca la reelección en los comicios del 2 de octubre, dijo que Brasil tiene una economía pujante, en la que la pobreza disminuyó “más de un 20%” durante su gobierno, y negó que esté alentando la deforestación de la Amazonía, diciendo que hay tanta vegetación nativa como “cuando Brasil fue descubierto en 1500”.
Sus detractores, sin embargo, lo acusan de fomentar la deforestación en aras del desarrollo y rechazan la noción de que hay una economía floreciente. La Fundación Getulio Vargas dice que la inseguridad alimenticia va en aumento y supera hoy el promedio mundial.
Petro, por su parte, reiteró su tesis de que la guerra contra el cambio climático y contra las drogas ha fracasado y denunció que “mientras (las naciones desarrolladas) dejan quemar las selvas” para combatir el cultivo de drogas, “mientras hipócritas persiguen las plantes con venenos para ocultar los desastres de su propia sociedad (las adicciones), nos piden más y más carbón, más y más petróleo, para calmar la otra adicción: la del consumo, la del poder, la del dinero”.
Para Petro, el mundo enfrenta un dilema moral. Dice que la adicción a las drogas es consecuencia en buena medida de la adicción al dinero y al consumo. “¿Cómo ocultar la soledad del corazón, su sequedad en medio de sociedades sin afectos, competitivas hasta encarcelar el alma en la soledad?”, preguntó el mandatario.
Petro pidió a las naciones desarrolladas que “reduzcan la deuda externa para liberar nuestros espacios presupuestales y con ellos realizar la tarea de salvar la humanidad y la vida en el planeta. Lo podemos hacer nosotros si ustedes no quieren”.
Otro mandatario izquierdista, el chileno Gabriel Boric, lamentó la concentración de la riqueza que hay en su país y dijo que “la desigualdad ha obstaculizado nuestro camino al desarrollo y es una amenaza latente para la democracia… (por) la fractura social que genera”.