Entre luces y colores

Carlos Ojeda: Entre luces y colores – con bambalinas de adorno

¡No pudimos más, porque no sabíamos más!

Dr. Richard Páez

A juicio del autor es un común denominador en estos días la insensata opinión de que en este país hay una mejoría económica. Un buen maquillaje y una buena publicidad siempre serán bienvenidos.

Por Carlos Ojeda

Es la segunda vez que cito la frase de mi amigo el Dr. Richard Páez. Justo un 17/01 de este año, El Nacional lo publicó en un artículo titulado: “Democracia e ignorancia: receta para un fracaso” Ni me molestaré en decirles a quiénes dedico este artículo para que lo lean, podrían sentirse ofendidos. También podrían sentirse ultrajados por otra publicación que mi buen amigo Miguel Henrique Otero me hizo pública: “La importancia del libro Coquito”. Volvamos al tema.

Es un común denominador en estos días, la insensata opinión, de que en este país hay una mejoría económica. Un buen maquillaje y una buena publicidad siempre serán bienvenidos. “Aunque la mona se vista de seda, mona se queda” Podría imaginarme el escuchar al Dr. Luis Herrera Campíns. ¡Vainas de llaneros!, no muchos entienden correctamente lo que escribo. Lo hago adrede.

Sin duda existe una “mejor perspectiva” entre luces y colores. Puro maquillaje y silicona, entre cada cicatriz. Inyecciones cosméticas de Botox mezcladas con arrogancia y vanidad, para las arrugas del corazón. Glamour sigiloso, vestido con trapos de Dolce & Gabanna y perfume de Hugo Boss, con fondo de ajo y cebolla. Intento inútil de ser elegante, educado y fino, sin el silencio adecuado, para no cagarla hablando. Metáfora que describe el tener dinero sin saber por qué. Tampoco sin saber para qué. La elegancia no se compra. Tampoco el talento, ni la cultura, ni nada de esas vainas que estos “coños” quieren, de  por sí tener. Todos a su alrededor les adulan, lo que ellos no saben, es que igual los desprecian.

Entre luces y colores, los gobernadores revolucionarios de este País, “creen” que han ejecutados grandes obras y por eso, merecen la admiración del pueblo y la ciudadanía. Tienen que entenderlos. ¡No pueden más, porque no saben más! Con luces y pintura, no pasan de ser Alcaldes de sus estados. No le pidan peras al Olmo.

Muchas calles y avenidas iluminadas. Mucha pintura en plazas, parques y monumentos. Grandes conciertos musicales. Grandiosa publicidad en las redes sociales. Mucho glamour, belleza y encanto. Mucha fantasía. ¡Mucha hipocresía!  

La salud es una utopía. No hay sistema hospitalario y/o ambulatorio. No hay política de salubridad preventiva. La educación es una desgracia. Los planteles educacionales en todos los niveles, en su mayoría colapsaron. No hay un plan de recuperación, no existen alternativas ni propuestas de solución. Les importa un carajo la salud y la educación del pueblo. Desprecian al ciudadano.

La agricultura evolucionó, para beneficio de los gobernantes de turno. La reforma agraria dista mucho de la que planificaron Betancourt (AD), Jovito Villalba (URD)  y Juan Bautista Fuenmayor (PCV),  como jefes políticos previos, a la revolución de octubre de 1948. Los servicios mínimos necesarios como: Acueductos, recolección de aguas servidas y electrificación, son sólo un saludo a la bandera para estos ineptos. La niñez adolece de un programa nutricional. Los ancianos desean compartir sabiduría, aun viviendo en las miserias del régimen.

Las luces seguirán iluminando las apariencias de una sociedad fragmentada. Los colores en las calles, avenidas, plazas y parques, seguirán maquillando la realidad de un país que muere de mengua. Nuestros gobernantes electos -Emperadores y Emperatrices- (ex gobernador Iván Colmenares, dixit), bien sea y a pesar de su limitada imaginación, viven la infeliz desgracia de una vida inútil. Sueñan con ese deseo de ver convertido su sistema glandular, en algo más útil que unas bambalinas. Algo que les sea más útil, que la alegoría de unos accesorios colgantes. “Busco bambalinas de adorno. Abstenerse gobernadores y uniformados de verde”

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