Israel aniversario

75 años de Israel: del sueño original a la realidad actual

Hace 75 años se fundó el moderno Estado de Israel. Esta vez, la conmemoración es más política que nunca.

Publicado en dw.com

Las celebraciones del 75 aniversario de la instauración del Estado de Israel se ven ensombrecidas este año por las protestas masivas contra los planes de reforma judicial del gobierno. Se trata de una de las mayores crisis en la historia de este país, que tantas crisis ha vivido.

En realidad, el moderno Estado de Israel nació en medio de una crisis. Cuando David Ben-Gurión lo proclamó, el 14 de mayo de 1948, ya se libraba una guerra entre judíos y árabes desde hacía meses.

Para los judíos, la proclamación de un Estado propio fue como una redención. 1948 está estrechamente ligado a 1945, año en que terminó el Holocausto en Europa, como explica el sociólogo israelí Natan Sznaider en conversación con DW. «Fue como una resurrección. Pienso que no es solo una narrativa oficial, sino que también la comparte la mayoría de los israelíes; es decir, la fundación del Estado se sintió casi como un acto teológico de liberación”.

Apenas tres años antes de la fundación de Israel había terminado el asesinato masivo y sin precedentes de los judíos europeos. Seis millones fueron asesinados o librados a la muerte en los campos de exterminio nazis. En 1947, las Naciones Unidas, incluyendo a la Unión Soviética, recomendaron un plan de división de Palestina, que se encontraba bajo mandato británico. Este plan contemplaba la creación de un Estado judío y uno árabe. Los representantes judíos aceptaron, pero los árabes no. Se desató entonces una guerra civil, con violencia por ambas partes.

El sueño de un Estado propio

El sueño de un Estado judío era, sin embargo, más antiguo. El representante más conocido de la idea sionista fue Theodor Herzel, quien, ante el creciente antisemitismo imperante, sobre todo en Francia, escribió en 1896 el libro «El Estado Judío”.

«De acuerdo con la visión sionista, los judíos son en primera línea un pueblo, una nación, y no una religión, y así como otras naciones, también ellos merecen una patria y su soberanía estatal”, explica el historiador Michael Brenner, director del Centro de Estudios de Israel de la Universidad Americana de Washington D.C.

En los años siguientes, el movimiento sionista ganó apoyo. En 1917, en la Declaración de Balfour, los británicos prometieron interceder por una patria para el pueblo judío en Palestina. La declaración fue formulada en términos vagos, y los británicos alimentaron también las esperanzas de los árabes de Palestina de contar con un Estado propio.

 Un territorio, dos pueblos

Gran parte del movimiento sionista ignoró por largo tiempo que ya existían allí poblados y ciudades árabes, y abrazó la ilusión de que se trataba de una tierra ampliamente deshabitada. «El problema de fondo es, naturalmente, que dos pueblos reclaman el mismo territorio, y lo fundamentan con argumentos históricos”, dice Brenner. Tras la proclamación del Estado de Israel, cinco países árabes le declararon la guerra. Israel ganó la contienda, en el marco de la cual se produjo el desplazamiento de cerca de 700.000 palestinos.

Todo esto, sin embargo, no jugará presumiblemente un papel destacado en Israel este año. Demasiado grandes son los conflictos internos en el país. Desde hace semanas, la gente sale a las calles para protestar contra la reforma judicial. De momento, los planes han sido aplazados, pero las protestas no amainan.

 Crispación política

«Será el Día de la Independencia más político que haya habido probablemente en la historia de Israel”, estima Sznaider. Se teme que las ceremonias en Jerusalén puedan ser instrumentalizadas.

Los manifestantes se remiten cada semana a los principios fundacionales del Estado de Israel: ondean banderas, aluden a la declaración de independencia. Pero ambos bandos se consideran seguidores de la tradición de los fundadores. Siempre hubo entre los sionistas sectores religiosos. El actual movimiento de los colonos de los territorios ocupados se considera continuador de los que poblaron la tierra en la década de 1920. «Intentan presentarse como una especie de supersionistas que tratan de consumar los planes del movimiento sionista originalmente secular, de tendencia izquierdista y también marcado por un cuño socialdemócrata”, dice el historiador Brenner.

Los que protestan, lógicamente, ven las cosas de otro modo. Defienden los orígenes democráticos de Israel y quieren un país libre y con derechos para todos. Como dijo el historiador Tom Segev en una entrevista con Der Spiegel, «David Ben-Gurión probablemente estaría fuera de sí”, si supiera hasta qué punto ha llegado la sociedad israelí.