El parte político del régimen indica que sus posibilidades de superar la agonía son extremadamente bajas. El plebiscito del 16 de julio, que se avecina como un alud de proporciones gigantescas a favor de los demócratas, hace que cunda el pánico en las filas del madurismo. La mayoría de la cúpula está más ocupada de su refugio tras el desastre final que de conseguir una fórmula que les permita mantenerse en el poder. No solo los jefes políticos del régimen están asegurando su exilio en Cuba, Rusia, el Medio Oriente y hasta en Canadá, sino también quienes hicieron las más grandes fortunas desde 1998. Estos últimos son quienes ya desconocen totalmente a Maduro y su combo pero ven amenazados por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos sus cuantiosos centavos. Son estos boliburgueses quienes más se amparan en el artículo 350.
Cada paso que da el régimen lo hunde más. El monumental error del asalto a la Asamblea Nacional dio la vuelta al mundo. En el régimen nadie quiere asumir la responsabilidad del episodio. Maduro y Maikel Moreno lo condenan, pero Diosdado Cabello lo aplaude y Ernesto Villegas se afana en justificarlo. El ataque de los matones maduristas pegó en el escenario internacional más determinantes para la supervivencia de la dictadura, que no es el Consejo Permanente de la OEA sino los parqués de Wall Street y las arcas de Moscú. Los acreedores de la deuda venezolana, que toma un pequeño respiro en el mes en curso pero golpeará con fuerza en el último cuatrimestre del año, le exigen a Maduro que, antes de prestarle más dinero, de demostraciones concretas de poder estabilizar al país. Una medida desesperada en ese sentido fue la medida sustitutiva de libertad de arresto domiciliario a Leopoldo López. Fue lo que decidió al régimen a jugar una carta que tenían bajo la manga, coordinada por el ex presidente español José Luis Rodríguez Zapatero.
La Iglesia: Esto es una dictadura
Zapatero se afana en conseguir una solución negociada a la crisis venezolana, pero tiene un hueso duro de roer: quiere un diálogo, no exactamente la negociación para un salvoconducto. El español es, desde sus tiempos al frente del Palacio de la Moncloa, cercano a quienes hoy detentan el poder en Venezuela, por lo que su participación en una negociación genera dudas en la cúpula de la Mesa de la Unidad Democrática y absoluto rechazo en la población. Ante eso, se han intentado buscar nuevos mediadores, entre ellos el premier canadiense Justin Trudeau. El jefe de gobierno canadiense ya ha dado muestras concretas al ofrecer asilo a la cúpula del régimen, pero, por ahora, la propuesta fue rechazada por los beneficiarios.
«Hoy en Venezuela ya no hay propiamente un conflicto ideológico sino una lucha entre un gobierno convertido en dictadura y todo un pueblo que clama libertad y busca afanosamente a riesgo de la vida de los jóvenes, pan, medicamentos, seguridad, trabajo y elecciones justas», señaló el 07 de julio Monseñor Diego Padrón, presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana, en la CVIII Asamblea Ordinaria Plenaria de la institución que preside. No hay que olvidar que, en la reciente visita de los cardenales y obispos venezolanos al Papa Francisco, a quien hasta ese momento el régimen utilizaba como escudo, el mensaje del Sumo Pontífice fue que su voz es la de la CEV. «Hemos expuesto al Papa Francisco de manera directa las preocupaciones, angustias y esperanzas del episcopado en relación al presente y futuro de la naciçón», remató Padrón.
En ese escenario, es difícil que Zapatero y compañía logren reactivar un diálogo. Lo que les queda es una negociación cuyo punto único sea que el régimen entregue el poder cuanto antes. Si el español logra eso, bien podemos aplicar el dicho que reza «si el gato caza ratón, no importa su color».
Final de la película
Sobre el tablero venezolano se juega una batalla importante en la guerra geopolítica entre Estados Unidos, Rusia y China. Maduro lo sabe, o lo sabe Castro, y por eso intenta tender puentes hasta último minuto con Washington. Esos intentos serán infructuosos, sobre todo para quienes tienen nexos con el terrorismo. De hecho, no será tanto la CIA como el Mossad israelí de quien deberán preocuparse los que se hayan involucrado con el fundamentalismo islámico. Los demás podrán negociar sus condenas con la DEA y el Departamento del Tesoro, con las puertas de Europa abiertas para pasar el exilio.
En cuanto a los rusos y chinos, estos ya tantean a una oposición que intuyen será gobierno en cualquier momento. Están dispuestos a refinanciar eternamente la deuda, lo cual le daría un gran alivio a las próximas administraciones venezolanas en temas financieros pero los mantendría con la cuerda corta con Moscú y Beijing, lo cual tocaría las narices a los intereses regionales de Washington.
El final de la película de terror parece cerca, pero nos dejará con la pérdida de la soberanía.