Unidad sin fisuras para devolverle al pueblo su derecho a vivir en libertad

Unidad sin fisuras, programa mínimo, irrenunciable camino democrático, apoyo internacional y aislamiento del régimen, son necesarios para devolverle al pueblo su derecho a vivir con libertad.

Los abusos, arbitrariedades y trapacerías de un gobierno debilitado en su base de apoyo popular, solo pueden ser confrontadas y derrotadas con una estrategia política inteligente y eficiente, que entienda la complejidad de la situación venezolana y que trace un conjunto de iniciativas destinadas a impulsar una transición democrática perentoriamente.

Lo primero es reforzar, solidificar y profundizar la unidad como condición indispensable para confrontar a un régimen que erosionado en sus respaldos polititicos y sociales recurre cada día con mayor brutalidad a la represión para amedrentar y criminalizar a todos cuantos se oponen a su permanencia en el poder. Esta realidad conlleva a las fuerzas democráticas a evitar la confrontación y la violencia como método de lucha, entendiendo que es precisamente en ese terreno donde el gobierno concentra sus menguadas fortalezas.

Trazar una ruta indeleblemente democrática, pero a su vez diversa en sus espacios y métodos de acción, donde junto a la defensa del voto y a los procesos electorales como mecanismo idóneo para impulsar los cambios, se ejerzan las acciones de calle, la vinculación a las luchas de las comunidades, las exigencias y movilizaciones populares, estudiantiles, sindicales y profesionales, la organización de la gente, y todo cuanto exprese la desafección y la protesta popular frente a un régimen que está matando de hambre a los venezolanos.

El fortalecimiento de la unidad de las fuerzas que adversan la continuidad del actual desastre, debe ir acompañado de una visión amplia y plural del frente político alternativo. Hace falta aislar a la cúpula podrida que ejerce el poder, personificándola en la camarilla que realmente usufructúa el poder y haciendo un llamado al chavismo descontento, a los disidentes públicos y potenciales del régimen, y a todos los no comprometidos en casos de latrocinio y violaciones a los derechos humanos a sumarse a la reconstrucción de Venezuela.

Hace falta, además, diseñar y vocear un programa mínimo en torno al cual pueda agruparse toda la Venezuela descontenta, que recoja ese espíritu de amplitud: amnistía política, reconstrucción institucional, respeto a la Constitución, reconstrucción del aparato productivo y atención a la emergencia humanitaria, esas formulaciones elementales serían la base de un gran entendimiento para la primera etapa de la transición democrática.

Valorar en sumo grado y hacer permanente reconocimiento a la solidaridad activa expresada por la comunidad internacional frente a la tragedia venezolana, sin perder conciencia de que es puertas adentro del país y bajo el protagonismo de los venezolanos como se resolverá la gravísima crisis que hoy nos acogota. La sensibilidad del mundo frente al sufrimiento que atenaza la vida diaria de nuestros compatriotas es un activo de primer orden en esta etapa de luchas y lo será también en el periodo de reconstrucción del país.

Unidad sin fisuras, amplitud en la acción, programa mínimo, irrenunciable camino democrático, apoyo internacional y aislamiento del régimen, son los pilares básicos para devolverle a nuestro pueblo su legítimo derecho a vivir con libertad, justicia y dignidad.