El régimen luce enredado

Por Jaime Granda

*Trata de minimizar la crítica realidad, pero anuncia medidas que complican más la situación.

 Dentro y fuera del régimen de Nicolás Maduro hay quienes retratan con mucho realismo lo que los de abajo están sufriendo con la crisis humanitaria que es la consecuencia más grave y directa de la hiperinflación provocada por un torpe y corrupto manejo de los recursos del Estado.

Dentro del régimen también hay quienes aportan ideas para atacar las causas de la hiperinflación, el desabastecimiento y la inestabilidad de los precios, pero los choques internos retardan los necesarios resultados a favor de una población que cada día tiene menos posibilidades de acceso a la comida, a las medicinas, a los servicios de salud e incluso al imprescindible transporte para ir al trabajo, a los centros de educación o a cualquier gestión de rutina.

El domingo pasado, el exministro, constituyente y economista del chavismo, Jesús Faría, reiteró en entrevista con el periódico zuliano Panorama, lo que viene planteando desde que Nicolás Maduro asumió la presidencia como heredero directo del desaparecido Hugo Chávez.

Faría ve clave un programa económico integral “coherente que ataque las raíces del problema”. Ir a un nuevo sistema cambiario que garantice una tasa de cambio más racional, recoger liquidez, corregir el  abultado déficit fiscal y un sistema de precios más flexible, entre otras medidas de urgencia.

Explicó Faría que también es indispensable recuperar la producción nacional. Dijo: necesitamos una estrategia, que sea una especie de golpe de timón en el ámbito de la economía, estamos enfrentando una crisis, una distorsión muy aguda, y en lugar de aminorarla, aplacarla y revertirla, lo que ha ocurrido es que se ha agudizado; y si eso está sucediendo, quiere decir que los instrumentos que estamos empleando no son  los más adecuados y correctos, se necesita un viraje profundo, un cambio, golpe de timón, ya no hay tiempo de insistir de manera caprichosa en fórmulas y  políticas que se han agotado, no lo digo yo, lo dice la realidad.

Faría enfatizó: “Tenemos que deslastrarnos para ir a la búsqueda  de otros enfoques y esquemas, sin arrogancia de ningún tipo, sin estridencias, las políticas se miden con resultados, y si los métodos  que aplicamos  para unos objetivos lo que hacen es alejarse o deteriorarse en el escenario en el que se está trabajando, obviamente hay que modificar las formas de trabajo”.

En cuanto a la hiperinflación, dijo que allí es donde tenemos  que afinar un programa, aquí no es suficiente una medida aislada  o la adopción de una política en particular, digamos en lo monetario o fiscal, lo que se necesita es un programa integral antiinflacionario y de promoción de la producción y la productividad (…)  y para ello no podemos establecer controles ni discursos, hay que aplicar políticas prácticas que estimulen el arribo de capitales y que permita establecer una tasa de cambio más razonable que la que hay en el mercado paralelo.

Jesús Faría aconseja ser mucho más flexible con el sistema de precios para que no asfixien a la economía, sin que estos estén en capacidad de cubrir los costos de producción y combatiendo las manifestaciones de especulación. No se trata de liberar los precios, sino de hacer efectivo el sistema de precios, mucho más racional, que no lleve a la quiebra a ninguna empresa.

Igualmente dijo que también hay que recuperar la industria petrolera. Todas las soluciones del país en el corto plazo pasan por la industria petrolera.

Jesús Faría reconoció que el incremento de la liquidez monetaria es un perturbador en la economía, esto es innegable, pero el principal motor de la inflación en nuestro país es la especulación cambiaria.

Esto no significa subestimar la tarea de política monetaria responsable. Constituye un terrible error negar el impacto que tiene la liquidez, el dinero inorgánico que se inyecta en la economía sobre el comportamiento de todo el sistema económico, en especial el de precios.  Negar eso, es negar la lógica, el ABC, remató Faría.

 

Las medidas del régimen

Es innegable que parte de los miembros del Gobierno están promoviendo medidas que buscan paliar la crítica situación del país, pero ni los propios chavistas creen que logren resolver lo que ellos mismos han provocado.

El ex presidente de PDVSA Rafael Ramírez dijo el domingo pasado que a escasos un mes y tres días de las pasadas elecciones, parece estar claro que este gobierno es más de lo mismo. No podía ser de otra manera, un reciclaje de ministros, una concentración de poder en manos del madurismo, que marcan una continuidad que, para mal del país, nos sigue llevando a los límites de lo insoportable. Sin embargo, la consigna del madurismo y su extensa red comunicacional, así como, la instauración de la censura que impide señalar algo distinto, habla de un «nuevo comienzo», ironizó Ramírez.

El ex presidente de PDVSA y exministro de Energía Rafael Ramírez es implacable con sus excompañeros. Considera que ya no hay chance, ni este gobierno es nuevo, ni hay tiempo para dar otra oportunidad a una dirección que ha fracasado. El costo que ha tenido que pagar el pueblo, y todo el país, ha sido muy alto. Todo está muy mal.

 El comportamiento del régimen parece darle la razón porque nadie entiende para que sigue realizando las llamadas subastas del nuevo Sistema de Tipo de Cambio Complementario Flotante de Mercado (Dicom) que esta semana ubicó el precio de cada euro en 111.734,40 bolívares y mantiene el precio de cada dólar en menos de 100 mil bolívares, pero al mismo tiempo autoriza que cada dólar que ingrese al país a través de remesas familiares se pague a 2 millones 200 mil bolívares. Lo peor de las subastas Dicom es que luego tardan semanas o meses para entregar los dólares cotizados.

 En cuanto a la crisis sanitaria, el régimen trató de tapar la realidad mostrando sus buenas relaciones con la Organización Panamericana de la Salud (OPS), pero el más reciente informe de esa organización, titulado «Repuesta de la OPS para el mantenimiento de una agenda de cooperación técnica efectiva en Venezuela», revela la cruda realidad, incluido que el sarampión se ha expandido a 21 de los 24 estados del país y entre el primer caso, que se detectó en julio de 2017, hasta el mes de junio se confirmaron 2.285 casos.

Las protestas de los gremios de la salud dejan totalmente al descubierto lo que el régimen creyó que podía ocultar.

 En cuanto a planes para buscar la estabilidad de los precios, el ministro de Industrias y Producción Nacional y vicepresidente económico, Tareck el Aissami, está conversando con los industriales sobre acordar precios para 50 productos básicos, pero en vez de proponer soluciones contra la hiperinflación, amenazó a los invitados: «Pero eso sí, el que luego rompa el acuerdo de los precios que van a ser publicados (…) tenga la plena seguridad (que) seremos inclementes, porque entenderemos que ese comercio o ese productor está comprometido con una agenda golpista».

La gente también ve con muchas dudas que después de casi 20 años sin hacer mantenimiento a los servicios públicos básicos como agua, luz, gas, telefonía y transporte, eso se vaya a resolver con nuevo plan aprobado el fin de semana.

Lo mismo ocurre con las detenciones de trabajadores de PDVSA por supuestos hechos de corrupción y saboteos, sin que eso resuelva el desplome de la industria básica del país.

El miércoles pasado, Día Nacional del Periodista, el presidente Nicolás Maduro enredó más la situación de su régimen, acusado de amedrentar a medios y periodistas para que callen lo que realmente ocurre en Venezuela, al pedir a esos profesionales que defiendan la verdad.