El cabito Castro, un general con tabaco en la vejiga, hubiera gritado: ¡La planta insolente de los bombarderos rusos han profanado el sagrado suelo de la patria! Foto: Ciudad Escrita

El cabito Castro, un general con tabaco en la vejiga

Por Gerson Revanales

***El cabito Castro, un general con tabaco en la vejiga, hubiera gritado: ¡La planta insolente de los bombarderos rusos han profanado el sagrado suelo de la patria!

Con qué se come la llegada de la escuadrilla zarista a Venezuela. ¿Será para combatir la inflación que está por las nubes o para enfrentar la guerra económica? Este intempestivo aterrizaje en tierras venezolanas -no tan grato como algunos quisieran- a poco menos de una semana que el comandante en Jefe hiciera igualmente un toque de emergencia en los predios de la plaza roja de Moscú, tiene en esta dimensión desconocida que es la robolucion del Siglo XXI, varias lecturas.

La primera es la realización del sueño imperial de Pedro, el Grande (de la dinastía Romanov), quien siempre pensó en establecer una base naval en aguas calientes del Caribe; en particular en la isla de Margarita. La primera fase fue la Cuba castrocomunista. En esta segunda fase, Venezuela es el objetivo geopolítico, cuando una escuadra de buques rusos, encabezada por el crucero atómico Pedro, el Grande en noviembre del 2008 zarpó de la base de Severomorsk con destino a Venezuela para realizar maniobras navales conjuntas ruso-venezolanas en aguas del Caribe.

Una segunda lectura es la corrupción. Si no fuera por ella no se estaría mendingado en China, Turquía y Rusia el apoyo político militar a costo de nuestra soberanía. A propósito de  corrupción, recientemente se abrió uno de los primeros escándalos. El caso de Antonini Wilson cuando fue detenido con 790.550 dólares en el aeropuerto de Ezeiza en Buenos Aires en agosto de 2007. Quién iba a pensar que Lula, Cristina y muchos de los presos hoy día estarían enjuiciados por la corrupción chavista.

El tercer mensaje está implícito en la reedición de una nueva guerra fría, sin tomar en cuenta los factores geoestratégicos y geoeconómicos, donde las tropas de ocupación cubanas, como sucedió en Chile y Granada, no están dispuestas a pelear ni a inmolarse en caso de un conflicto armado. Ni China, ni Rusia, ni Turquía tienen capacidad ni recursos para embarcarse en un conflicto extraterritorial como lo tuvo Inglaterra en las Malvinas. Cuba está en otra onda tratando de revivir el “Acuerdo Obama” y el levantamiento del embargo; la intensión de China es la ocupación de mercados, no la difusión de su modelo político; Rusia juega por bandas y así como en la crisis de los misiles en octubre, reculó y retiró sus misiles y barcos sin consultar a Castro; en este caso no hay motivos ni razones para que se embarque en un conflicto armado fuera de su área de influencia; un caso pintoresco es Turquía para quien, como buen turco, tiene el propósito de hacer algunos negocios en una diplomacia crematística

La llegada de estas naves, con capacidad nuclear, linda con las violaciones al artículo 187 de la Constitución, el cual requiere la autorización de la Asamblea Nacional para el empleo de misiones militares venezolanas en el exterior o extranjeras en el país y de compromisos internacionales como el “Tratado de Tlatelolco” que establece el área Latinoamericana y el Caribe como la primera región del mundo libre de armas nucleares y esta visita es un pote de humo; si ciertamente su misión hubiera sido de disolución se hubieran quedado hasta el 11 de diciembre.