La justicia venezolana dicta sentencia en un caso que ha conmocionado al mundo del hip-hop y la sociedad en general.
En una revelación que ha sacudido las bases del entretenimiento y la justicia en Venezuela, los hermanos Natalia y Guillermo Améstica han sido condenados a 25 años de cárcel por el asesinato de Tirone González, más conocido por su nombre artístico, Canserbero, así como de Carlos Molnar, en un suceso que data de enero de 2015. La sentencia fue anunciada este viernes por Tarek William Saab, fiscal general de Venezuela, durante una rueda de prensa en el auditorio del Ministerio Público.
La investigación, que contó con la participación de 32 expertos del Ministerio Público, se vio marcada por controversias, incluida la desaparición y posterior destrucción de evidencia crucial como la ropa de Canserbero y el arma del crimen, un hecho que Saab destacó durante su intervención. «Solicité la ropa de Canserbero y nunca me la mostraron… Luego nos enteramos que habían sido destruidas», señaló, poniendo de manifiesto las irregularidades en el manejo del caso.
Además de la condena a los Améstica, Saab reveló que hay órdenes de aprehensión y alertas rojas de Interpol contra otras cinco personas implicadas en el caso, incluidos funcionarios del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) y exfiscales, lo que añade una capa de complejidad y corrupción al asunto.
La sentencia ha generado reacciones mixtas, especialmente tras la publicación de un video por parte de Claudia Améstica, hija de Guillermo, en el que defendía la inocencia de su padre y tía. En respuesta, Saab afirmó: «Para que sepa, señorita Claudia, que su papá me confesó todo lo ocurrido», un comentario que intenta cerrar cualquier duda sobre la culpabilidad de los condenados, aunque seguramente no pondrá fin al debate público y la división de opiniones.
Este caso no solo ha conmovido a los seguidores de Canserbero, un ícono del hip-hop latinoamericano cuya música trascendió fronteras, sino que también ha expuesto las falencias y desafíos del sistema judicial venezolano, marcando un precedente sobre cómo se manejan los casos de alto perfil y la corrupción dentro de las instituciones encargadas de impartir justicia.